domingo, 3 de noviembre de 2024

Desarrollo verdadero

Por Narciso Isa Conde

El verdadero desarrollo no es simplemente un buen porcentaje de crecimiento de la economía, ni un número alto del PBI, ni un presupuesto nacional elevado, ni alta tecnología y productividad al servicio del capital. No es asunto de torres a granel, yipetas, autovías, túneles, resorts, bancos, centros comerciales, McDonald, celulares, televisiones…

Mucho menos mercadología política y cifras maquilladas. Tampoco puede hablarse de desarrollo a tiro de doce años, cuando se recurre a una maquinaria asistencialista que evidencia una enorme miseria e indecentes encubrimientos de hambre, subalimentación y “sub-desarrollo”

El desarrollo hay que referir fundamentalmente a la dignificación del ser humano, al estado del ambiente en que habita, a la radical reducción de desigualdades y enfermedades, superación de la ignorancia y oferta optima de salud y educación, sin convertirlas en mercancías. Al bienestar colectivo, a la relación armónica ser humano-naturaleza, eliminación de la exclusión social, explotación y violencias de minorías dominantes contra los demás seres humanos.

Desarrollo es más propiedad social, viviendas dignas, investigación científica al servicio de la sociedad. Es diversión saludable, transporte ordenado y confortable. Implica erradicar una alimentación baja de nutrientes y cargada de tóxicos. Superar discriminación racista, patriarcado, xenofobia, homofobia, adulto-centrismo, desempleo y subempleo. “Desarrollo”, sin desarrollo humano, no es tal.

Lejos incluso están de esa gran meta no pocos de los llamados países desarrollados, y entre ellos los hay estremecidos por crisis sistémicas y ambientales que los arrastran a peligrosos retrocesos sociales y ambientales. ¡Ay! España, EU, Francia y otros.

Las distancias de nuestro país respecto a esos parámetros son enormes y siguen trabadas por una crisis múltiple de un sistema centrado en la expansión y las ganancias del capital y no en las necesidades humanas y ecológicas.

Hay otros factores que empobrecen constantemente e incrementan penurias y sufrimientos masivos, generalmente obviados a la hora de clasificar desigualdades, medir la pobreza y evaluar el desarrollo; tales como la escasez de agua, la ignorancia, desagües pluviales catastrófico, hábitat peligroso, contaminaciones, epidemias, estado delincuente, narco-economía, inseguridad y ausencia de democracia real.

Aquí no hay democracia económica ni social…ni en el régimen de propiedad para producir y vivir, ni en los ingresos percibidos, ni en el acceso al consumo, ni en las condiciones de existencia, ni en el ejercicio de la política…

Hay desigualdad brutal en todo:  en materia de derechos, alimentación, viviendas, transporte, diversión, servicio salud, escuela, ambiente… En fin, un sistema de vida abismalmente desigual …en el que predomina la antidemocracia en lo político, económico, social y cultural.

Narciso Isa Conde

¿Hacia el desarrollo?

Por Narciso Isa Conde

Este gobierno de la USAID, del Comando Sur, las corporaciones estadounidenses, los tutumpotes nativos, los nuevos ricos y narco-burgueses criollos, los políticos y generales corruptos, se ha inventado la especie de que en pocos años la RD será “un país desarrollado”. Sus medios y sus bocinas no se casan de repetir esa mentira, sustentada en la perversión del término desarrollo

En verdad aquí nunca se han implementado planes de desarrollo. No hay planificación ejecutada, mucho menos desarrollo.

Aquí se ha producido un crecimiento caótico y deformado del capitalismo dependiente, junto al incremento de la opulencia de la lumpen burguesía; a base de una narco-economía abundante, muchas remesas (fruto del abnegado trabajo de una diáspora voluminosa), de la explotación intensiva de la fuerza de trabajo criolla y de inmigrantes haitianos/as, de un oneroso endeudamiento y una corrupción de estado espantosa.

Eso ha generado un crecimiento del capital privado a costa de una enorme deuda social en salud, alimentación, agua, educación, seguridad social y ciudadana, sanidad ambiental; más desigualdades y un gran empobrecimiento de seres humanos y naturaleza no humana.

Según investigaciones de la Fundación Bosch, en la RD, la pobreza calculada en función de los ingresos familiares, afecta al 45% de la población, mientras la pobreza extrema abruma al 22 %; y de acuerdo a OIT, el 57.4% de la población mayor de 65 años no recibe ingresos, ni de pensión, ni laboral; los trabajadores del campo reciben $595 pesos dominicanos diarios por jornadas de trabajo de 10 horas diarias., y en el sector agropecuario trabaja el 9% de la población total ocupada.

A pesar de que el costo promedio de la canasta básica está por encima de los 45,000 pesos mensuales, el salario mínimo se mueve entre 14 mil pesos y 25 mil pesos mensuales. Cientos de miles de jóvenes de 15 a 24 años, ni trabajan, ni estudian.

El salario mínimo en RD está entre los 5 más bajos del continente y el ingreso laboral real hoy es un 17% más bajo de lo que era en 2000, mientras la productividad del trabajo casi se ha triplicado con respecto a ese año, aumentando en un 187%.

Más de 600 mil dominicanos están totalmente desempleados.  A esto hay que agregar un enorme subempleo -dado que más del el 53 % de la economía es informal. El desempleo en mujeres y jóvenes, ronda el 25%.

En fin, los exaltadores del supuesto desarrollo dominicano, están súper desarrollados en el arte de mentir y tratar de engañar.

Narciso Isa Conde