Por Fortune Modeste Valerio
Es decir, tenemos una sociedad capitalista e irregular de la burguesía, empresariado, y de la oligarquía. Donde las reglas del juego tiene un sello de clase y una estructura económica y social, propiedad privada sobre los medios de producción, que le sirve de soporte para garantizar la explotación de los trabajadores y de la población. El burgués y el oligarca, son hermanos de sangre.
Esta formación económica y social tiene fases y etapas de desarrollos que contribuyen a consolidar el sistema de explotación. Transitamos en ellas desde décadas tratando de salir del atraso, miseria y el famoso subdesarrollo. Los políticos que llegan al gobierno no crean las condiciones objetivas y subjetivas para estimular a las fuerzas productivas; por el contrario, se convierten en obstáculos, cuando solo abusan de los recursos públicos para favorecer a sectores económicos improductivos e insaciables; destacándose en este renglón a una oligarquía financiera y comercial-importadora, que carece de madre ni padre.
En los últimos 50 años hemos tenido gobiernos que van y vienen, dirigidos por capas de la pequeña burguesía, utilizando el ejercicio político para ascender social y económicamente, servil a un sector empresarial y al poder extranjero. Tiempos gubernamentales destilando corrupción e impunidad, narcotráficos, incompetencia gubernamental, etc., por doquier.
Es en el gobierno del presidente Luis Abinader Corona, del PRM, que asume la presidencia de la república un hombre proveniente del sector privado, con objetivos de clase codiciosos, nunca visto en nuestra reciente vida republicana. Lo había hecho en el siglo pasado, el doctor Donald Reid Cabral, presidiendo el inconstitucional y funesto Triunvirato. Y fue un desastre descomunal. Aunque son escenarios muy distintos y diferente, coinciden en la voracidad desde el poder para adjudicarse bienes y servicios estatales.
Se presenta de nuevo un gobierno ansioso por despojar, con mamotretos jurídicos, al Estado de sus activos principales que garantizan proveer bienes y servicios a la población. Despojarlo para entregárselo a un sector del empresariado, es un crimen imperdonable del presidente Abinader y el PRM.
En definitiva, esto es un problema estructural, todos los que han llegado al poder hacen lo mismo. Existen, por lo visto, dos alternativas: se cambia la estructura económica y social del capital de la sociedad, o se encausa, dentro de un capitalismo atrasado y dependiente, por mejores rumbos, el camino histórico que se transita.
Sí, todos los gobiernos han hecho lo mismo: servir con las dos manos a un sector del empresariado y al poder extranjero. Un problema estructural que no permite completar el tránsito democrático dentro del capitalismo. Un gobierno progresista y democrático, en esta vuelta electoral, que garantice respetar las reglas del juego apegado a la Carta Magna y cambiar la forma de gobernar, sin corruptos, podría salvar el proceso secuestrado por sectores insaciables que le importa un carajo, las condiciones de vida y trabajo de la población.
Claro, la tarea no es nada fácil. Lo ideal sería resolver, ahora, de raíz los problemas estructurales; pero una cosa son los deseos y otra, muy importante, es la realidad. Cuidado con confundirlo. Dentro del sistema capitalista en que transitamos, se puede avanzar, sin detenernos ahí; podríamos caer en las garras mortales y dormilonas del capital.
Fortune Modeste V.