Por: José E. Oviedo Landestoy (El Gordo Oviedo)
La política como expresión de los intereses
y las aspiraciones de los distintos actores y sujetos que están presentes en
una sociedad orienta y administra las distintas modalidades y formas de lucha
que adquieren los conflictos de intereses o los intereses encontrados tanto
bajo los regímenes de naturaleza dictatorial o autoritario, así como en los de
carácter republicano, democrático y constitucional.
El pasado 5 de julio, la voluntad popular
le otorgó, en las urnas, una significativa victoria electoral al candidato Luis
Abinader Corona, al Partido Revolucionario Moderno y a la coalición
política-social del gobierno del cambio. A partir del 16 de agosto, el Partido
de la Liberación Dominicana sale del poder y del gobierno que ejerció por 16
años consecutivos, y asume el mando de la nación, el Partido Revolucionario
Moderno, poniéndole fin a más de 30 años en la oposición.
Los resultados de las votaciones y el
escrutinio de las congresionales y presidenciales del 5 de julio, nos colocan
frente al siguiente escenario: el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el
Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se confirman como las únicas dos
opciones mayoritarias, los representantes del bipartidismo del siglo XXI y las
fuerzas principales y líderes del gobierno y la oposición.
El Partido Reformista Social Cristiano
(PRSC) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que desde el 1966 hasta el
1996, corporizaron el bipartidismo del siglo XX, al tener la preeminencia
política, en todo ese período, quedan reducidos a la condición de partidos
minoritarios, con menos de un 2% de los votos y con escasas oportunidades y
opciones para modificar o superar esos resultados.
La Fuerza del Pueblo (FP) contando con el
liderazgo y la candidatura presidencial del Dr. Leonel Fernández, tres veces
presidente constitucional de la República Dominicana, y, por casi 20 años,
presidente del Partido de la Liberación Dominicana, habiendo adquirido la
franquicia electoral del disuelto Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD)
y teniendo el respaldo de la coalición electoral “Juntos Podemos” y el PRSC, no
logró (con sus votos y cargos electos) emerger como tercera vía u opción
electoral, quedando muy por debajo de sus expectativas.
Alianza País y su candidato y líder,
Guillermo Moreno, en su cuarta postulación presidencial, aunque alcanzó, por
vía propia, un Diputado en la Circunscripción #1, del Distrito Nacional y un
Diputado Nacional, vía el acuerdo parcial con el PRM, tuvo un retroceso
importante en su votación nacional, que incluso pone en riesgo el mantenimiento
de su personería jurídica electoral.
Para completar el cuadro, que nos dejan los
resultados del 5 de julio, llamo la atención sobre tres elementos:
1ero. Una abstención récord, que alcanzó un
45%, lo que representa un incremento de un 15% de la registrada en las
elecciones del 2012 y el 2016.
2do. El protagonismo social y
político-electoral de las distintas fracciones o capas de la clase media, en
particular de su segmento más alto, en término socio-económico y más ilustrado,
en términos educativos y culturales.
3ero. La inclusión, a nivel de los
distintos poderes públicos, de un contingente de jóvenes y jóvenes adultos
(hombres y mujeres) que, independientemente de su postulación o identificación
con tal o cual partido, representa generacionalmente una bocanada de aire
fresco y de renovación en el sistema de representación nacional.
Las circunstancias en que accede al
gobierno el presidente electo, Luis Abinader, el Partido Revolucionario Moderno
y aliados, están signadas por el desarrollo y la expansión de una emergencia
sanitaria planetaria, a causa del Covid-19, con consecuencias de máximo riesgo
para la salud y la vida de los ciudadanos y las ciudadanas, y con un terrible
impacto negativo sobre la economía del país y las condiciones de vida y de
trabajo de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
Esa realidad aconseja que desde el
gobierno, que regirá los destinos de la nación, a partir del 16 de agosto, se
priorice la preservación de la salud y la vida de los dominicanos y las
dominicanas, y se ponga en marcha un programa de reactivación de la economía,
que coloque en primer lugar la protección y ampliación de los derechos
consignados en la Constitución y en las leyes, a favor de quienes son más y
tienen menos.
Desde la oposición, a su vez, tenemos que
alentar el cambio, al proponer políticas públicas, iniciativas políticas y
medidas administrativas que contribuyan a una gobernabilidad con MÁS
DEMOCRACIA, MÁS BIENESTAR Y MÁS SOBERANÍA.
Gobierno y oposición al reconocer que el
conflicto y la confrontación, el diálogo, el entendimiento y la cooperación son
inherentes al ejercicio dela política, y desde las responsabilidades que nos ha
asignado la voluntad popular en las urnas, debemos procurar: “Darle lo mejor a
todos y evitarle, a la mayoría, lo peor, también”.
¡Manos a la obra, a trabajar, que el Cambio
Va!
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