La Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxistas leninistas (CIPOML) deplora el magnicidio que acabó con la vida del expresidente Juvenal Moise, ocurrido hace algunos días en Haití.
Porque este tipo de acción no es solución a los problemas políticos y sociales, y no ha sido motivado en el interés de abrir compuertas a los derechos democráticos, a la libertad del pueblo haitiano; ni tampoco a la soberanía nacional de ese país hermano; por los que las masas populares han estado luchando en las calles desde el año 2018 de manera continua.
Es un hecho de primer orden, que desde el año 2018, los trabajadores y demás sectores populares de Haití han venido desarrollando importantes jornadas de protestas en las calles y plazas de las principales ciudades; manifestaciones que iniciaron reclamando reivindicaciones sociales, pero que luego integraron reclamos políticos que se sintetizaron en el llamado de ¡Abajo el gobierno de Juvenal Moise!
Este gobierno había cumplido el período de su mandato; pero, además, mantenía una política de represión policial y de terror para mantenerse de facto en el poder, e imponer medidas económicas de corte neoliberal, y favorecer a grupos económicos determinados.
Las protestas
continuas y en oleadas en las principales ciudades, fue la respuesta de los
trabajadores y el pueblo en general, en las que sin duda también tuvieron
participación sectores políticos y económicos vinculados a un sector de la
oligarquía.
El poder legislativo había sido recesado, por haberse cumplido el período para el cual fu escogido. El país no tenía Poder Legislativo.
El poder judicial había quedado descabezado, por la muerte a causa de la Covid, del presidente de la Corte Suprema de Justicia y cinco jueces del mismo habían recesado. El país no tenía Poder Judicial.
El primer ministro, el mismo que ahora tiene de facto las riendas del Consejo de Ministros, había sido recesado días antes del magnicidio. El país tiene ahora un Poder Ejecutivo de facto.
El presidente Juvenal Moise había convocado elecciones para dentro de dos meses, pro era evidente que los sectores dominantes no habían logrado un entendimiento entre si que garantizara un gobierno estable que correspondiera a los intereses políticos y económicos en pugna.
En Haití ha habido, y hay, una crisis política. Las instituciones establecidas en la constitución, han colapsado. Las clases dominantes están en pugna entre si, y no logran un gobierno que las una y de estabilidad política al país. Los trabajadores y demás sectores populares, incluyendo los campesinos, han estado en las calles de manera sistemática.
Son los factores que de acuerdo con el Marxismo leninismo, constituyen una crisis política. “Los de arriba no pueden seguir gobernando como antes, y los de abajo no quieren seguir gobernados como antes”.
Es en este
contexto en que se produce el magnicidio.
Un magnicidio es un hecho político, por
causas políticas, es decir, referido al poder, y que sólo puede ser
auspiciado por sectores de poder político y económico, con la complicidad
de un poder extranjero hegemónico, en este caso los Estados Unidos de
Norteamérica.
En este momento, parece confuso quiénes
son los sectores específicos que están detrás de lo que tiene todos los visos de un golpe de Estado.
Lo que no puede ser confuso, es la
cuestión de poder, en la causa y el propósito de ese hecho. Ni puede quedar
confuso el interés de los sectores oligárquicos de quitarle a la crisis el
factor movilización popular, y buscar una solución con el concurso de los de
arriba.
El estado de
sitio ha sido declarado, y el propósito esencial de esta medida es impedir las
manifestaciones populares.
Y así las cosas, los comunistas, tenemos que dar
solidaridad, y acompañar a los sectores democráticos, progresistas y
revolucionarios, que en Haití reclaman la paz y el derecho de autodeterminación
del pueblo haitiano. Reivindican un gobierno democrático de transición que
habilite ese país en términos sociales, económicos y políticos, para un
proyecto de desarrollo a mediano y largo plazo.
Un gobierno de transición en que tenga una
importante participación las fuerzas populares que han venido reclamos derechos
y libertades en los últimos tres años.
Rechazamos
una intervención militar de los Estados Unidos, o de cualquier otra
potencia extranjera, no importa el mecanismo en que pretenda ampararse dicha
intervención. Porque contravendría el derecho a la autodeterminación del pueblo
de Haití, y sería una amenaza a la soberanía de pueblos vecinos.
Consideramos de rigor, de principios, insistir en la necesidad de que la clase obrera de Haití, desarrolle su partido comunista, como vanguardia combativa y revolucionaria que la dirija en circunstancias como la actual y otras que pudieran presentarse. Porque a principio y fin de cuentas, esa vanguardia es la que falta en este momento, en que hay condiciones objetivas para el avance de la revolución popular, pero hace falta la organización y dirección política que dirija a los trabajadores y las masas populares en busca de una solución revolucionaria a la crisis.
La CIPOML que
ha hecho esfuerzos por acompañar a los trabajadores y el pueblo de Haití en
todas sus luchas, continuará en esta disposición militante.
Respeto a los derechos democráticos, a las libertades
públicas del hermano pueblo haitiano; respeto al derecho de su
autodeterminación; gobierno de transición democrática, y rechazo
absoluto a cualquier intervención extranjera.
Comité de
Coordinación de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones
Marxistas leninistas (CIPOML)
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