Por Narciso Isa Conde
Ante su declive, el capitalismo occidental potencia no solo la opresión de clase, la más universal de todas, sino las demás; desplegándose como un capitalismo recolonizador, patriarcal, adulto-céntrico, racista, xenófobo, homófono, ecocida, mafioso y religioso.
La pérdida de hegemonía de su cabeza estadounidense, sus fracturas y descomposiciones, lo han conducido a reforzar el garrote post moderno y su capacidad de alienar. Lo primero se traduce en una maquinaria infernal de guerra dotada de altas tecnologías y lo segundo en mezclar su impresionante progreso con dogmas religiosos de corte medieval, racismo y patriarcado; arrinconando incluso otras maneras de entender la religión y de asumir el cristianismo.
Adelantos materiales colosales combinados con conservadurismo y atrasos que auguran situaciones trágicas. Ciencia en la producción y gestión, y fundamentalismo religioso de diversas matrices cristianas como ideología ultra-conservadora, empleada como recurso político y medio de enajenación de multitudes. Amalgama considerada de alta utilidad para un capitalismo imperialista que en su decadencia se torna religioso, por entenderlo útil para contener decadencias y compactar sus huestes.
Ironía de la historia: el capitalismo que en su origen enfrentó el dogma religioso, enarbolando la razón, la libertad, la igualdad y fraternidad, ahora recurre a la negación de derechos y al oscurantismo de un pasado que prometió superar.
Otra vez las iglesias fundiéndose con el Estado. Otra vez la religión cooptada, está vez por la política del gran capital, para ser usada como opio conservador, en cruel intento de prolongar una dominación destructiva que combina capitalismo, coloniaje, depredación ambiental, patriarcado, supremacía blanca y todas las otras aberraciones funcionales al lucro voraz y al dominio de amplias zonas del planeta.
La quinta revolución tecno-científica acompañada de un pensamiento medieval, que el capitalismo actual derrama hacia sus dependencias “subdesarrolladas”. Los medios masivos de comunicación impregnados de religiosidad, culto al negocio y obscenidades.
La cruz y la oración usadas para engañar, negando al Cristo real. Presidentes capitalistas rezando, rodeados de símbolos religiosos. Las biblias como textos. Los cultos religiosos en las actividades gubernamentales. Los fundamentalismos religiosos impactando la educación y usados para reforzar el machismo.
Pastores negociantes candidateándose y asesorando. Autoridades civiles y militares bendecidas. Presidentes y banqueros hipócritamente arrodillados. Política y elecciones convertidas en mercados, mezcladas con religión y racismo. Constituciones “republicanas” confesionales. Más curas y pastores con rango de generales y coroneles. Gobiernos como el de ABINADER en brazos del conservadurismo, practicando el clientelismo navideño.
Y todo esto va generando el neofascismo del siglo XXI. Alerta pues, prestos al combate…comenzando por la batalla de ideas.
Narciso Isa Conde
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