martes, 18 de febrero de 2020

¿CUÁL DEMOCRACIA?

Por: Anulfo Mateo Pérez

Carlos Marx ni Federico Engels abordaron de forma particular, en tratado aparte, el problema de la Democracia. No obstante, en sus trabajos tempranos y maduros aparecen análisis importantes sobre la misma, que se proyectan en tres dimensiones esenciales.

Su crítica incisiva estuvo dirigida a la falsedad de la democracia burguesa, que quiere presentarse como partidaria de la igualdad, los derechos de los ciudadanos y de la libertad.

Marx y Engels citaron los reales límites de la democracia burguesa cuando es tomada como escenario de lucha de los trabajadores, enfatizando la contradicción capital-trabajo.

De igual forma destacan en sus aportes teóricos las características de la democracia socialista, cuya esencia es la dictadura del proletariado sobre los remanentes de la burguesía.

En 1843, Marx apuntaba una idea cardinal de sus juicios sobre el tema: la esencia de toda democracia plasmada en el derecho a través de la constitución es responder al pueblo.

Se refería el genio alemán y universal, a la democracia burguesa y su ideología, y fija sus primeras nociones sobre la temática, en “La crítica de la filosofía del Estado de Hegel”.

"En la democracia, la constitución misma debe aparecer como una determinación de los intereses del pueblo. En la monarquía, tenemos el pueblo de la constitución, en la democracia, la constitución del pueblo", precisaba Marx.

Concibe a toda forma de Estado no democrático como una enajenación de la justicia y de la verdadera libertad, como una negación sustancial de los intereses populares que debe representar.

Es decir, como una antítesis de la verdadera democracia, que es el poder para la mayoría y por la mayoría, dirigido esencialmente a satisfacer sus necesidades materiales y espirituales.

II

Carlos Marx entendía que para el propio ascenso del progreso material tras el desarrollo inusitado de las fuerzas productivas que tenía su apoyatura en la ciencia, debía propiciar al mismo tiempo el libre desenvolvimiento de las relaciones sociales y el predominio del más acendrado humanismo.

Por tanto, el propio desarrollo cultural, y libre desenvolvimiento de las relaciones estéticas y éticas basadas en el desempeño del hombre con todas sus prerrogativas garantizadas, era para él la mayor realización de la democracia.

Es conveniente hacer una corrección de ciertos conceptos que tergiversan las ideas de Marx, en cuanto al concepto y término de la “dictadura del proletariado”.

Él no habló de dictadura de un partido, ni como liderazgo político permanente. Esas fueron lecturas tergiversadas de la teoría expuesta, que llevaron a cometer serios errores en la construcción del socialismo.

En la Crítica al Programa de Gotha, Marx apunta un aspecto raigal de la democracia que es el derecho; insiste en que la sociedad que acaba de salir del capitalismo presenta las taras de la vieja sociedad.

La igualdad aquí se mide por el mismo rasero: el trabajo. Dice: “Indefectiblemente en el socialismo no reina la plena igualdad, ya que NO todos los individuos tienen la misma capacidad física y mental y por tanto unos aportarían más que otros”.

Incluso, Marx reconoce la posibilidad de que unos sean más ricos que otros, y al mismo tiempo apunta la certera idea de que estos defectos son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista.

Esta concepción fue adulterada por muchas experiencias de construcción del socialismo en el mundo, que se propusieron un igualitarismo económico y cultural, por encima de las condiciones económicas existentes.

III

La Democracia que padecemos ha evolucionado desde el derrocamiento de la tiranía de Rafael Trujillo (30 de mayo, 1961), hasta nuestros días, en una recurrente degradación, como consecuencia de un capitalismo tardío, atrasado y subordinado a otros centros de mayor desarrollo económico-social.

Una dictadura que perduró más de 30 años (1930-1961), proyectó después de su caída la cultura despótica, arma usada por las élites del poder para crear un muro de contención al ejercicio democrático.

El interés de EEUU en preservar el aparato burocrático-militar trujillista y facilitar su dominación, dio como resultado una “democracia restringida” y pervertida, como la que padecemos hoy.

No conforme con el ejercicio libérrimo del pueblo en las urnas, el 25 de septiembre de 1963, EEUU dirigió contra el gobierno de Bosch un golpe de estado, usando ese viejo aparato militar heredado de la dictadura.

Luego de la Revolución de Abril de 1965, fueron celebradas elecciones generales bajo estricto control imperial, donde el poder oligárquico-imperialista impuso a sangre y fuego al déspota ilustrado Joaquín Balaguer.

Gobernó durante tres períodos consecutivos (1966-1978), a través de sucesivas reelecciones hijas de comicios fraudulentos, el imperio de la represión y el terror contra sus adversarios más firmes y decididos.

El PRD logró sustituirle durante ocho años (1978-86), con el apoyo de la Administración Carter y el gobierno de Carlos Andrés Pérez, para retornar en 1986 -hasta 1996-, desplazando a un partido blanco derechizado.

La precaria fortaleza de esta pseudo democracia reside en la vocación libertaria del pueblo; el rol jugado por los escasos medios plurales de comunicación, los digitales alternativos y las redes sociales en Internet.

IV

El doctor Joaquín Balaguer gobernó durante tres períodos consecutivos (1966-1978), a través de sucesivas reelecciones de comicios fraudulentos. El PRD logró desplazarlo durante ocho años (1978-86), con el respaldo de la Administración Carter de EEUU y el gobierno venezolano de Carlos Andrés Pérez.

Al gobierno represivo de Balaguer, le sucedieron ocho años de democracia liberal restringida, encabezada por un PRD derechizado, para dar paso nuevamente al cortesano de la “Era” de Rafael Trujillo.

El déspota ilustrado estuvo diez años más (19861996) en el poder, para luego pasar la antorcha al PLD en 1996, en una alianza de peledeistas y balagueristas, conformando el nefasto y mal llamado Frente Patriótico.

Una vez en el poder, PLD-PRSC han continuado las prácticas neotrujillistas, el clientelismo, la corrupción, el pragmatismo sin principios, el autoritarismo y el vergonzoso neocaudillismo balaguerista.

Han hecho del sistema político un ente de dominación de las élites, aderezado con una gran dosis despótica, atraso económico y político-social, bajo dominio imperial y corporaciones transnacionales.

Las fuerzas democráticas, social-progresistas, revolucionarias y populares… deben procurar una gran unidad que derroten el conservadurismo y su sistema político; para barrer con las pseudo instituciones.

Cualquier cambio verdadero pasa por destituciones en la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral y el Tribunal Constitucional, entre otras, que sirven de soporte a esta pseudo democracia.


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