lunes, 13 de julio de 2020

JUAN BOSCH: NI BORRÓN NI FLOTADOR, TAMPOCO TRINCHERA. (II-III) (BORRÓN Y CUENTA NUEVA)

Por: Fidel Soto

No es nuevo el fardo del borrón y cuenta nueva cargado a Bosch. Es parte de esa mentira echada a correr como bola por los enemigos del pueblo y, lo más lamentable, es que la misma es aparada a mano pelá y vuelta a lanzar por personas revolucionarias y honestas.

Rafael Chaljub, en un artículo publicado en el periódico El Día de fecha 24 de enero de este año 2020  establece lo siguiente:

“La historia enseña que cada vez que aquí va a producirse un cambio político importante, los norteamericanos toman el control y lo mediatizan”.  Continúa diciendo que “en 1961, tras el ajusticiamiento de Trujillo, pudo iniciarse un proceso de avances democráticos y progresistas… entonces intervino la mano yanqui, a niveles de injerencia típicamente coloniales”. Y agrega que “Cuenta el embajador Martin que, en ocasiones, el delegado político de la embajada participaba en las reuniones ordinarias de algunos partidos y que él y el presidente Rafael Bonelly se comunicaban y a veces se reunían varias veces al día”.

Es muy correcto este recuento de Chaljub y se apega a los hechos y hay que decir que, más que “injerencia”, era una intervención directa y de mando sobre el Consejo de Estado y los cuerpos castrenses. Resulta pues más que claro que es desde ese gobierno que se crea el  famoso flotador que se lanza a los trujillistas, no desde el de Bosch.

Continúa con mucho acierto Rafael y afirma: “Los norteamericanos intervinieron y el proceso de avances que debió profundizarse se frustró. Quedó así intacta la maquinaria del viejo régimen y en vez de una transición democrática, quedó en pie el trujillismo sin Trujillo”.

Muy bien es sabido que, real y efectivamente, la maquinaria no sólo quedó intacta, sino que fue reforzada por el Pentágono, hasta el punto que crearon nuevos instrumentos represivos en la Fuerzas Armadas y la Policía Nacional como fue el Departamento Antimotines, conocido como Cascos Blancos.

Continúa Chaljub su acertado análisis ajustado a la verdad histórica, y enfatiza: "Se inauguró la inmoralidad del borrón y cuenta nueva: los crímenes quedaron impunes y los tujillistas quedaron con tanta fuerza que destruyeron de un manotazo golpista el gobierno legítimo electo el 20 de diciembre de 1962, y cuatro años después, precisamente con la bendición yanqui y Joaquín Balaguer a la cabeza, el trujillismo reciclado retornaba al poder”.

La que retorna al poder es la rancia oligarquía bajo la dirección del Pentágono, y aquello que debió ser una transición democrática se desvirtuó en un trujillismo sin Trujillo. La transición que debió producirse desde el Consejo de Estado al recién electo gobierno de Bosch, fue todo lo contrario. Rafael admite la fortaleza de la maquinaria que quedó intacta y, por lo tanto, no se inaugura en el gobierno constitucional el llamado borrón y cuenta nueva, sino que son los cívicos y la Embajada que lo instauran y sustituyen al trujillismo.

Los que acusan a Bosch del borrón y cuenta nueva no se dan cuenta que con ese argumento liberan a la Oligarquía Cívica de la culpabilidad de producir el golpe militar y de detener el avance de la revolución democrática.

No es cierto que los trujillistas volvieron al poder. Lo que sucedió fue que el Pentágono unificó a remanentes del trujillato (algunos cuadros que sirvieron a ese régimen) y ante el fracaso del barrido popular contra el triunvirato en la insurrección de abril instalan a Balaguer, no por ser trujillista, sino por ser un instrumento servil a sus dictámenes.

No aplicó Bosch ningún borrón y cuenta nueva. Lo que sí aplicó fueron los criterios y los métodos de la democracia… Y ante el devenir del tiempo confesó haber sido un iluso.


 

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