Por Emmanuel Aquino Alvarado
Al cumplirse, el 26 de mayo del 2021, el décimo aniversario del fallecimiento del gran dirigente comunista francomacorisano, Tancredo Antonio Vargas Cruz (13 de diciembre del 1948 al 26 de mayo del 2011), revive en sus antiguos compañeros del ya desaparecido Partido Comunista Dominicano (PCD), la Fuerza de la Revolución (FR), y demás camaradas y amigos de organizaciones revolucionarias dominicanas con los que él departió en vida, el sentimiento de acariciar su ser y su filosofía. Por tanto, es de rigor, intentar expresar una ínfima, pero representativa, parte del pensamiento-praxis que lo hizo merecedor en vida, y más en muerte, del respeto revolucionario ganado al fragor de su existencia en pos de alcanzar la instauración del Socialismo en la República Dominicana.
Según consta en el documento: “Tancredo Vargas, uno de los nuestros. Panegírico pronunciado en el sepelio del guerrillero internacionalista” (de la autoría del Secretario General de la FR, Juan Gómez), el Comandante Antonio forma parte de “La constelación de patriotas francomacorisanos y dominicanos, que dedicaron lo mejor de su existencia a la lucha por una sociedad de justicia, de bienestar y solidaridad; fundamentalmente en favor de las víctimas de desdichas, padecimientos de pobreza y discriminación”.
Para el catedrático revolucionario francomacorisano, maestro Rafael Álvarez Castillo, que compartió varias décadas de actividad política con Tancredo, en un escrito titulado: “Tancredo Vargas luchador de toda la vida. Compañero, amigo, camarada, ciudadano del mundo”, señala que: “Desde muy joven, al final de la década del sesenta -del siglo XX-, -Tancredo- inició su participación en la lucha revolucionaria desde el movimiento estudiantil, incursionando activamente en la lucha contra la represión política del gobierno de los 12 años de Balaguer (1966-1978), por el Medio Millón para la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), por la instalación del Centro Universitario del Nordeste (CURNE) – hoy UASD Recinto San Francisco de Macorís- y por el arreglo de las calles francomacorisanas”. Agrega, además, que “Como miembro dirigente del Partido Comunista Dominicano (PCD) tuvo responsabilidades políticas en varios pueblos del país, tales como: Santiago, San Francisco de Macorís, Nagua, Cotuí, Bonao, entre otros”.
Su hermano de otra madre, compañero de militancia ideológica política de toda la vida, maestro de las artes plásticas dominicanas, Manuel Almonte, señala, en: “Por la senda de la Gloria. Tancredo, a un año de su partida”, que “Tancredo hacía lo imposible por no ofender ni siquiera, al contrario, pero era firme en el apego a su verdad, la que esgrimía sin piedad frente al otro”. Lo anterior contextualizado en una conversación en la que el Comandante Antonio le reclamaba, a su compinche de vida, su “conversión al cristianismo, pese a no dejar de ser comunista”. Dice Almonte que el Comandante “No concebía el que yo terminara compartiendo mi ideología con el pensamiento de Cristo. Me habló de las ventas de las Indulgencias, de La Inquisición, de los sacerdotes pedófilos, de los que bendijeron los aviones de Hitler en la Segunda Guerra Mundial, que son los mismos que aquí -en la República Dominicana- han estado siempre del lado del mal”.
Más recientemente, el 25 de mayo del 2021, José Antonio López (El Che) (viejo militante comunista del PCD que llegó a compartir prisión, en Santiago de los Treinta Caballeros, en la misma celda que Tancredo), dando vida a aquel pensamiento del legendario Ernesto Che Guevara, en el que planteó: “No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante”, planteó (a propósito de los aprestos para la conmemoración del décimo aniversario del fallecimiento del Comandante Antonio) que “Más que homenajear al Comandante Antonio, al comandante de mil batallas; a ese camarada irreductible en el combate, debemos y tenemos que emular, paso a paso, hasta hacer posible la sociedad humana del ideario marxista de justicia para los pobres”; y agregó, “Tancredo debe, o debería, porque así tiene que ser, estar presente en el corazón de cada verdadero comunista, no como una flor sino como una espiga que cada día aguijonea el perverso Sistema Capitalista que nos oprime. ¡Viva por siempre el comandante Antonio!”. En ocasiones anteriores, Antonio López, había narrado como durante la detención en la referida cárcel, para la celebración del día de las madres, Tancredo declamó un poema (Madre que supo llorar, escrito por Álvarez de Sotomayor) que hizo llorar de nostalgia a uno de sus captores (mismo que recibió como castigo de sus superiores varios días de prisión por su “debilidad”), acción que demuestra que el Comandante Antonio fue un humanista que supo “Endurecerse sin perder jamás la ternura”, como bien planteó el camarada Guevara.
El amigo Pedro Fernández, periodista destacado de San Francisco de Macorís (quien lamentablemente falleció fruto de la desgraciada pandemia provocada por el Sars CoV-2 o COVID-19), entrevistó en varias ocasiones al exguerrillero de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), organización guerrillera participante de la Guerra Civil Salvadoreña (15 de octubre de 1979 al 16 de enero de 1992), que luego, junto a otras, se fundiría para dar paso a la creación del partido político de izquierda de El Salvador llamado: Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En estas entrevistas, quedó plasmado parte del pensamiento político del Comandante Antonio.
En el artículo: “Un Gigante que Desaparece y la Leyenda que Emerge”, Fernández cita al guerrillero cuando plantea: “Si no hay Educación, si no hay orientación, si no hay mejoría de vida para los jóvenes y todo el país, no hay manera de combatir los males que está produciendo esta sociedad”. Dejando plasmado, para la posteridad, la concepción de desarrollo y cambio que habitaba en el Comandante.
En el referido escrito, el Comandante Antonio plantea su preocupación y posición sobre la necesaria unidad de la ya atomizada Izquierda Dominicana y sobre el mecanismo que entiende puede aportar a que los comunistas dominicanos puedan conquistar espacios de poder: “Si se comparan los programas de los diferentes grupos se puede notar que no hay diferencia de principios, el grupismo es lo que los diferencia. En eso consiste la división y esto obliga a una profunda reflexión”. Agregando que: “Es importante reflexionar de manera autocritica sobre el papel y actitud asumido, así como los errores cometidos y fortalecer un proyecto revolucionario fuerte, diferente, con una propuesta seria que pueda calar en el pueblo dominicano”.
Para el Comandante Antonio, la vanguardia del motor del cambio debe ser la juventud consciente y, según recoge Pedro Fernández: “Estamos haciendo un ferviente llamado a la juventud a que busque alternativas diferentes a las que le presenta el sistema, a lo que le envía constantemente las clases dominantes, que se dediquen totalmente al estudio, a las obras buenas, al cultivo de la sensibilidad humana, y revisar el entorno para que se den cuenta que el narcotráfico, las drogas, la delincuencia y la corrupción, solo les hacen daño”.
Sin lugar a duda, las referencias anteriores, de actores cercanos al Comandante, dejan constancia perenne de la materialización del pensamiento y del ejemplo marxista de “hombre nuevo” que fue Tancredo.
Así vivió. Así pensó. Así transitó por este mundo el camarada, maestro y mentor de generaciones revolucionarias dominicanas, Tancredo Antonio Vargas Cruz. ¡Qué viva por siempre el pensamiento y la praxis revolucionaria del Comandante Antonio! En él se sintetiza el amor de un gran hijo del planeta para con toda la humanidad.
¡Hasta Siempre Comandante!
¡Leales Siempre, traidores NUNCA
¡Venceremos
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