Por
Santiago Castro Ventura
No
constituye una sorpresa que un selecto grupo de ciudadanos que de modo
vitalicio e improductivo dicen “representar” a los obreros, asuman la defensa
de los patronos de las ARS en la litis con los médicos. La emprenden con
energía contra los trabajadores sanitarios que sencillamente deben vender su
fuerza de trabajo especializada a empresas, que sin tener responsabilidad
directa frente a los pacientes se han fortalecido económicamente de un
día para otro de manera increíble. Solo hay que observar los enormes edificios
que estos señores han levantado para “garantizar” la salud de la población
asegurada.
¿Acaso la
huelga no ha sido en toda la historia un derecho legítimo del trabajador para
reclamar reivindicaciones? Si acogemos los argumentos de la aristocracia
sindical las gloriosas huelgas de Fousa-Cesitrado, Adochoin y Unachosin, fueron
antiobreras porque paralizaron importantes actividades de servicios públicos en
momentos políticos-sociales muy difíciles. Tienen todo su derecho a
convertirse en punta de lanza de los patronos y asumir su lenguaje, pero muchos
dominicanos tenemos el derecho no solo de censurar esa actitud, sino de
ubicarlos en el lugar que les corresponde.
Estamos refiriéndonos a “líderes sindicales”
que aceptaron con pasividad culpable la desaparición de las principales
fábricas e ingenios estatales, que llevaron a la mayoría de esos trabajadores a
emigrar o “emplearse” como motoconchistas. “Dirigentes” que no han sido
capaces de enfrentar la prohibición de sindicalización en las principales
empresas privadas. Muy orondos se convierten en la fuerza de choque de las ARS
para enfrentar a los trabajadores sanitarios en su lucha por un reclamo
pertinente, obviando que son estos quienes deben aportar la atención a los
trabajadores enfermos y padecer con ellos todas sus necesidades y ansiedades,
mientras los “filántropos” de las ARS manejan a su antojo los recursos de
la malhadada seguridad social.
Los médicos son trabajadores sanitarios
especializados. La responsabilidad en la atención al paciente es constante,
hasta el extremo que cuando el médico sale del centro de salud y deja un
enfermo de cuidado, todavía desde el exterior debe estar pendiente de su
evolución. No es un trabajo cualquiera, por lo tanto necesita una remuneración
adecuada, no de miseria, como ocurre en nuestro medio. En contraste la gran
tajada tiene que ir a un magnate que está muy desconectado de lo que acontece
en el escenario clínico-quirúrgico. Lo peor es cuando llega el momento que le
coartan al asegurado las órdenes para medicamentos e internamientos porque
pueden afectar los límites de sus “chelitos” de ganancias.
Reiteramos el médico constituye un trabajador
muy especializado, y para entregarse a la salud de los demás debe tener su
cerebro despejado de inconvenientes, para rápidamente valorar las posibilidades
diagnósticas y terapéuticas adecuadas en cada paciente. Siempre recuerdo a
Nelson Astacio mi excelente maestro de semiología médica, quien nos insistía
que cuando se está frente al paciente y se escucha de voz de este o sus
familiares la sintomatología, de inmediato se debe ir procesando en el cerebro
los síntomas para tener un diagnóstico de impresión o sea inicial del cuadro
clínico que se debe enfrentar de inmediato. Pero usted cree que un médico
atiborrado de problemas económicos, puede tener la ecuanimidad mental necesaria
para concentrarse en este aspecto básico, imposible. Por lo tanto, el trabajo
del médico como otros de altos riesgos, necesita una remuneración especial. (A
propósito, el presidente del Conep puede inquirir a una ilustre personalidad de
la medicina muy cercana a él, si son ciertas o falsas estas afirmaciones).
Acaso no desconocen los señores aristócratas
sindicales los tormentos que deben pasar los asegurados cuando los
internamientos y los medicamentos sobrepasan los límites que han impuesto con
su aprobación las ARS. Peor es el organismo oficial encargado de la “defensa”
de los pacientes llamado DIDA, que admite los médicos tienen razón, pero que
deben esperar la compasión de los patronos de las ARS.
La opinión pública ha visto como de manera
insólita, sin sonrojarse estos señores de las ARS en medio de la pandemia
obtuvieron ganancias por encima de los seis mil millones de pesos el año
pasado. Y en este año se benefician con medidas gubernamentales como
no permitir más de una prueba PCR para Covid-19 en el año, o sea que si
los usuarios o pacientes presentan síntomas compatibles en más de una
ocasión deben cargar con los costos de las pruebas. Por supuesto a la aristocracia
sindical vitalicia no le interesa impugnar esa resolución. El drama de los
asegurados se puede constatar con las recetas, cuando usted va a cualquier
farmacia y percibe como le comunican a los usuarios que su límite de
medicamentos se terminó. ¿Porqué la aristocracia sindical no actúa en estos
casos? No hay peor ciego que el que no quiere ver. Esos son los “sindicalistas”
que someten al Colegio Médico porque “les niega” la salud a los usuarios. Es
muy bueno ser “valientes defensores” de los trabajadores, para beneficiar a los
filántropos de las ARS.
Los trabajadores de la salud han sobrevivido
en este vendaval por la actitud militante en la defensa de la salud del pueblo
y sus derechos, contra los poderosos que solo piensan en plusvalía a costa de
todo lo que consideren mercancía, frívolas mercancías.
Fuente: La aristocracia sindical y su embestida contra los médicos | Acento
No hay comentarios.:
Publicar un comentario