«A continuación el texto íntegro, para que se conozca
esta parte de su pensamiento político y pueda servir de guía a las presentes y
futuras generaciones, y en los procesos de formación política resaltar la
importancia de que militantes revolucionarios exhiban la ética como estandarte»
Bienvenido Scharboy
Mediante el Decreto 252-05 del Poder Ejecutivo fue instituido el Día Nacional de la Ética Ciudadana.
“Dicha celebración invita a la
búsqueda permanente del bien común y el rescate de las buenas conductas en el
ejercicio, tanto público, cómo privado, promueve la ética y la responsabilidad
como una forma de vida. La inclinación por el bien hacer es un reflejo del
desarrollo humano, y se manifiesta cuando nos exigimos conducirnos conforme a
valores éticos”.
Esto suena bien. Y está bien que
prediquemos así.
El 21 de agosto del año 2012,
mediante el Decreto del Poder Ejecutivo 486-12, fue instituida la Dirección
General de Ética e Integridad Gubernamental (DIGEIG).
Esa entidad es “el órgano rector en
materia de ética, transparencia, gobierno abierto, lucha contra la corrupción,
conflicto de intereses, libre acceso a la información pública, recepción y
seguimiento a las denuncias administrativas”.
Eso también suena muy bonito. En
los papeles todo está muy bien. Dice la sabiduría popular que: “El papel
aguanta todo”. Y eso se confirma cada día más. “Del dicho al hecho, hay un gran
trecho”.
El 29 de abril se escogió en honor
del ciudadano Francisco Ulises Espaillat,
a propósito de que un día como ese, en el año 1876, el mismo tomó posesión como
Presidente de República Dominicana.
Loable ciudadano que debemos imitar
en ese aspecto.
Pero, ¿cuántos son los dispuestos a
imitarlo?
Lo que está a la vista hoy, 16 años
después de instituido el Día Nacional de la Ética Ciudadana, y a casi nueve
años de creada la DIGEIG, es que estamos caminando “como el cangrejo” (para
atrás). Involucionamos en ese sentido.
Me refiero, principalmente, a la
conducta de quienes manejan “la cosa pública”, con las excepciones, que
sí las hay.
El ejemplo debe emanar de las
autoridades, desde el Primer Mandatario hasta el último de los servidores
públicos, incluyendo todos los Ministros y Viceministros. Y de igual manera, el
Poder Judicial (desde el Tribunal Constitucional y todas las “Altas Cortes” y
Junta Central Electoral hasta los de menor categoría de funciones).
Lo mismo debe regir para el Poder
Legislativo (Senadores-as y Diputados-as).
Sin embargo, lo que se oye y se ve
es que estamos muy lejos de seguir lo que debemos tomar como paradigmas.
Las agendas están cargadas de:
casos espantosos de corrupción administrativa, nepotismo, tráfico de
influencia, “macuteo”, barrilitos, cofrecitos, extorsión, denegación de
justicia, chantaje, acoso sexual, falsificaciones de documentos, servilismo y
entreguismo vergonzante ante poderes extranjeros, connivencia para
entregar nuestra soberanía política y nuestros recursos naturales,
espionajes violatorios de las leyes, negación al derecho al trabajo, la salud y
la educación, abuso de poder, nominillas, doble moral, “botellas”‘,
discriminación, represión política, opresión social, y todos tipos
de acciones inmorales.
Todo contra la ética.
Y esto ocurre en todos los
estamentos del Estado, tanto en las entidades civiles, cómo militares,
policiales y de espionaje y caliesaje.
Y entonces hay que preguntarse:
¿las autoridades públicas están exoneradas de cumplir con los dos referidos
decretos?
¿O es que ellos no son “ciudadanos”
de República Dominicana?
¿Cuál es el ejemplo que se da desde
los diferentes poderes del Estado?
El
“primer primero” es predicar con el ejemplo. Sería mi primer llamado.
Mi
segundo llamado, a propósito de esta fecha, es a todas y todos los ciudadanos
para que sigamos los buenos ejemplos. Pero también para que nos empoderemos de
lo que nos corresponde cuando los de “arriba” no cumplen nada y todo lo violan
y lo pervierten.
Los de “abajo” debemos observar un
comportamiento ejemplar, en lo público y lo privado. Pero tenemos que
enfrentar, denunciar y exigir castigo para quienes desde el poder cometen todo
tipo de abusos y tropelías.
Para
ser ciudadanos ejemplares tenemos que cumplir y hacer cumplir las normas
legales y sociales. De lo contrario, no merecemos que nos llamen ciudadanos. En
el mejor de los casos seríamos “habitantes”.
Brígido
Peguero
29
de abril de 2021.
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