Los revolucionarios y los progresistas deben de darle extremada
importancia, seguimiento, a la coyuntura en desarrollo y sus movimientos. Ella
es el alma y corazón de la táctica. Las consignas, posiciones políticas y
conductas, están supeditadas a ella: alimentarla, materializarla y para que las
masas las hagan suyas.
Ante las debilidades y dispersión endémicas, es recomendable unificar esfuerzos y voluntades en una entidad
alternativa, muy diferente de los que se alternan el poder, que pueda aprovechar
la coyuntura y participar en todos los eventos de la sociedad, es decir,
hacerse potable a las masas para aglutinar fuerza, espacios políticos e influir
en la población como una opción del progresismo de izquierda.
Vigilar la coyuntura es de rigor. Es vital para los
revolucionarios. Ese momento que se alimenta constantemente de nuevos
ingredientes debe ser observado en forma meticulosa. Es el termómetro que
permite evaluar la situación que se mantiene en movimiento.
La coyuntura se alimenta de sus contradicciones internas,
principales y secundarias, sin olvidar las particularidades. Y se desarrollan
en la medida en que ellas se mueven, recibiendo oxígeno del exterior. Este
ejercicio es obligatorio, si queremos golpear el blanco principal, del momento,
y sacar provecho, avanzar.
Para nadie es un secreto, existen blancos estratégicos y tácticos.
Estos últimos se mueven como pejes debajo del agua, acompañando a la coyuntura.
Confundirlos, ha sido uno de nuestros graves errores. Es por ello que no
podemos seguir corriendo, sin observarlas, detrás de las coyunturas para dar
respuestas tardías.
La coyuntura en movimiento es lo que permite ajustar nuestras
posiciones políticas para ir acorde con ella y evitar confundir los pasos al
caminar. Estar atento a las eventualidades que aparezcan, de sus
contradicciones internas, ya que las mismas pueden producir cambios en el
estado de situación del momento.
Mantener consignas inmóviles y divorciadas de la realidad, es
desconocer el movimiento de la coyuntura y sus contradicciones, y cómo sus
protagonistas se mueven en formas ascendentes y descendentes. Las coyunturas
tienen fecha de inicio y otra de vencimiento. El momento vive en constante
evolución, se transforma, oscila, zigzaguea, da traspiés, se reivindica; es
dinámica en su esencia.
Como diablo vamos a aprovechar una coyuntura, si no creemos en
ella. Si seguimos levantando, con anteojeras y fuete, las mismas consignas,
posiciones políticas, y lo más graves, incentivando la profundización de la
división y el fraccionamiento en el movimiento revolucionario; la unidad se nos
tornará inaccesible y la toma del poder político, imposible.
Sin unidad no se puede aprovechar la coyuntura en
desarrollo. Pero tampoco, de manera individual se llegará muy lejos. Es que
nuestras debilidades se ven a leguas y el pueblo lo sabe.
Para poder aprovechar la coyuntura en desarrollo hay que
identificar correctamente el estado de ánimo de la población: flujo o reflujo;
nivel de conciencia y organización; objetivos a alcanzar y con qué fuerza se
cuenta. Y someter el accionar, unidos, al resultado de un plan a corto y
mediano plazo, que se corresponda con la realidad objetiva, sin inventos.
No basta con levantar posiciones políticas y mantenerse criticando
y descalificando a troche y moche, sin modificar la conducta que
nos mantienen al margen del debate nacional. La política se mide por resultados
tangibles e intangibles. Duele el alma cada vez que vemos a los revolucionarios
y progresistas, dispersos y aislados de la población y los trabajadores.
Esta coyuntura y las que se avecinan, si no hay unidad de las
fuerzas revolucionarias y progresistas, los conservadores seguirán en el palo,
consolidándose en el poder. Y nosotros, todavía sin ni siquiera alcanzar el 1% de
los votos emitidos. ¡Qué vergüenza!
Observar la coyuntura en desarrollo es la clave, siempre lo ha
sido, para afinar la táctica. Por último, no es correcto permanecer
petrificado en tiempo y espacio, desconociendo los cambios que se experimentan
en forma constante en la sociedad. Es hora de cambiar, no la
desperdiciemos.
Con unidad podemos avanzar y colocarnos en mejores posiciones; de
lo contrario, seguiremos como la vaca aquella, de doña Nena...
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