lunes, 15 de febrero de 2021

LA MUERTE DE ORLANDO MAZARA Y LA AUSENCIA DE UNA AUTOCRÍTICA

Por Fidel Soto

En recuerdo y conmemoración de la caída de Orlando Mazara en febrero del 1967

Desde el pedestal de una tumba del Cementerio Nacional de la Máximo Gómez, el Secretario General del Movimiento Revolucionario 14 de Junio Fidelio Despradel, pronuncia el panegírico ante el féretro del gran combatiente revolucionario, Orlando Mazara. En sus palabras condena el vil asesinato de ese extraordinario dirigente sobreviviente de la insurrección de noviembre del 63, y de la revolución de abril del 65. 

El héroe fue detectado y ubicado en Monte Arabia, San José de Ocoa el 11 de febrero del 1967, mientras actuaba en preparación en esa zona de las condiciones para la lucha armada, línea política oficial del MR-1J4.

Su discurso es un desafío al poder oligárquico y al imperialismo cuando señala que esos sectores le temen al "Campesinado dominicano que es un Gigante dormido que despierta".

Llegar al cementerio para darle sepultura a Orlando mazara fue una hazaña. En desafío de una cruel represión, desatada desde el mismo lugar del velatorio. Frente al parque de San Carlos, en una casa de dos plantas, desde un pequeño balcón, la hermana del Dr. Manuel Aurelio Tavárez  Justo, Emma Tavárez, con voz firme y entrecortada por el dolor ante la pérdida de nuestro compañero, dejó claro que las ideas de Orlando Mazara se mantendrían más firmes que nunca y que era un deber de todos los miembros de la organización redoblar nuestros esfuerzos para seguir el camino  de la guerra popular, del campo a la ciudad.

Nos movilizábamos por los alrededores del parquecito de San Carlos, lanzando eslogan. Ni una piedra, ni un neumático encendido. Sólo dolor compungido en rostros y lágrimas en los ojos, donde la indignación se dejaba sentir como una atmósfera de espanto, rabia y venganza; pero con el comedimiento de no crear acciones provocadoras que facilitaran la incursión represiva de los aparatos del poder criminal.

Sin embargo, de nada sirvió esa ecuánime actitud. En el lado este del parque de San Carlos se presentó el teniente Isaías Ortiz, con tres agentes y dispararon sobre un grupo de jóvenes que nos encontrábamos en ese lugar. Cayó muerto en el acto el joven de 17 años, Bienvenido Gómez Cuello, simpatizante de nuestro partido.

Al partir hacia el camposanto todo el trayecto se hizo bajo la represión intimidatoria y los disparos de la policía nacional, dirigido por un coronel de apellido Polanco. Ya en la calle Abreu, frente al cine San Carlos, el Coronel Polanco ordena a sus agentes detener el cortejo con ráfagas de ametralladoras. Nos lanzamos al suelo y es herido el compañero Homero Bello Suriñah, en una pierna. La militancia no se deja amedrentar y prosigue a pie hasta el lugar donde se deposita el cadáver del  héroe nacional.

Una semana antes del asesinato de Orlando Mazara el presidente Joaquín Balaguer denunció tener en poder de los organismos de inteligencias documentos con los planes de una guerrilla.

El Secretario General, desde el pedestal donde pronuncia el discurso, afina la idea: Le tienen miedo al "gigante dormido que despierta". Gran equivocación que condujo durante décadas a un rotundo fracaso que culmina en febrero del 1973.

El Gigante no estaba dormido. Los dormidos o durmientes, éramos nosotros que nunca entendimos la necesidad del repliegue táctico que se imponía ante la derrota sufrida por las fuerzas que impidieron el triunfo de una revolución Democrática.

Dos meses después caían en Nagua Luis Parrish y Reyes Saldaña y en la capital Carlos Castillo.

13-02-21.-










                                                                                           
 









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