Por Emelio Betances
El tema de la mentalidad neoliberal hace que pensemos en lo que
pasa en nuestro tiempo y, en particular, como llegamos a tener ideas sobre
nuestra realidad, nuestras vidas y comportamiento. Muchas veces no nos damos
cuenta por qué adoptamos ciertas ideas y cómo estas llegan a nuestro cerebro.
En México, traté este tema a principio de los ochenta en una memorable
conversación con el profesor Sergio de la Peña, destacado economista mexicano
que impartía docencia en la Universidad Nacional Autónoma de México. De
la Peña me comentó que en México el Partido Revolucionario Institucional (PRI)
había logrado calar profundamente en la vida cultural y que, en cierta forma,
se había forjado una mentalidad priista hasta tal punto decía que en México
“todos somos priistas, solo que unos lo sabemos y otros no.” Reflexionando
sobre esta conversación me atrevo plantear que en nuestro tiempo en América
Latina hemos desarrollo una mentalidad neoliberal solo que “uno lo sabemos y
otros no.”
Antes de entrar en el asunto de la mentalidad
neoliberal creo conveniente contextualizar la temática e interrogar por qué
surge el neoliberalismo en los años setenta y ochenta del siglo XX en el mundo
occidental y que entidades se han utilizado para llevarnos a la situación
actual. En su obra Brief History of Neoliberalism (2005), David Harvey sostiene que el neoliberalismo es un proyecto
político puesto en marcha por la clase capitalista de los centros
metropolitanos europeos y estadounidenses, o sea, la denominada comunidad
internacional. Esta comunidad no es más que una forma de encubrir un fenómeno
más amplio que podríamos denominar dominación capitalista mundial.
En
los años sesenta y setenta del siglo pasado la clase capitalista que encabezaba
esta comunidad se sentía amenazada económica y políticamente por el poder que
habían adquirido los sindicatos y los sectores medios en la Europa y Estados
Unidos de posguerra. Esta clase había visto descender sus márgenes de ganancias
y sus líderes pensaban que el Estado de beneficencia que había surgido luego de
la crisis capitalista de 1929 ya no le convenía. Entonces, se propuso implantar
un proyecto político que frenara el poder de los sindicatos y las capas medias
tanto en las zonas metropolitanas y periféricas, donde llegaba el capital
metropolitano. No se trataba solo de un asalto económico para recortar las
prestaciones sociales de estos sectores, sino también de un proyecto ideológico
pensado para que los ciudadanos asimilaran una nueva forma de ver el mundo y la
vida. En pocas palabras, era necesario para que los ciudadanos aceptaran la
nueva modalidad del capitalismo y adoptaran una nueva forma de pensar y actuar.
Según
Harvey, el plan ideológico de la clase capitalista metropolitana se basaba en
la creación de fundaciones e institutos de investigación (think tanks) que
promovieran proyectos que justificaran la privatización y la desregulación de
los mercados. Para esto era necesario crear una red internacional de
instituciones similares a nivel mundial cuyo objetivo era promover el modelo neoliberal
a través de campañas en los medios de difusión, en universidades públicas y
privadas y financiar publicaciones periódicas que fueran encaminadas a
persuadir primero a la clase intelectual de sectores medios y eventualmente a
los sectores populares.
En
América Latina, esta idea tuvo una buena recepción entre los sectores
dominantes quienes con la asesoría y fondos de las fundaciones e institutos de
investigación metropolitanos promovían entidades como la Fundación Mediterráneo
en Buenos Aires, la Getulio Vargas en Sao Paolo, Economía y Desarrollo en Santo
Domingo, etc. Estas entidades también incluían en sus planes fundamentalmente a
las universidades privadas, donde se educaba a los hijos de las elites que en
el futuro se encargarían de dirigir los destinos de sus países. Asegurar que
estos adoptaran la ideología neoliberal y la promovieran era la clave del éxito
de las fundaciones e institutos de investigación metropolitanas. Asimismo, se
desarrollaron foros de discusión sobre temas económicos y políticos con ayuda
de fondos que venían del exterior, se procuraba que la prensa radial, escrita y
televisiva se hiciera eco de las actividades para ir filtrando las ideas
neoliberales en la población.
Las
actividades de estas entidades no se quedaban en el mero discurso, sino que
procuraba convertirse en interlocutores con las autoridades estatales y desde
ellas salían los denominados expertos en asuntos económicos que asesoraban a
los gobiernos. Muchos de ellos llegaban a América Latina como asesores del Banco
Mundial y del Fondo Monetario Internacional, los cuales promovían políticas
económicas de corte neoliberal. Una institución que ha desempeñado un papel
central en la promoción de la ideología neoliberal es la Organización para la
Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Esta entidad se escuda en la
promoción de la calidad de la educación, constituyéndose en asesora de los
ministerios de educación en casi toda la región. La OCDE promueve la calidad de
la educación, pero esconde su objetivo que consiste en convertir a los
ministerios de educación en entrenadores de mano de obra semicalificada para el
mercado laboral en vez de formarlos en una educación integral que promueva la
cultura nacional y un pensamiento creativo y científico.
La
OCDE promueve la ideología neoliberal a través de las escuelas y las
fundaciones e institutos de los países metropolitanos también animan a las
organizaciones no gubernamentales (ONG) para ofrecer servicios sociales. Estas
últimas son vistas como el instrumento más adecuado para llenar los espacios
dejados libres por el Estado neoliberal a medida que se achicaba. En general,
las ONG captaban su personal de los sectores medios y, en particular, de
izquierdistas desilusionados con los aparentemente fracasados modelos de socialismo
y comunismo. No se puede generalizar en forma absoluta sobre las ONG diciendo
que “todas son iguales.” No lo son, pero la gran mayoría juega un papel de
articulador en sociedades donde los sectores populares viven en una situación
sumamente precaria y, en cierta forma, sirven de instrumento para propagar el
denominado “emprendedurismo,” una forma de animar el individualismo negativo en
la sociedad. Se “ayuda” al individuo, no como parte de una comunidad, sino como
forma de “sacarlo de la pobreza” individualmente. Se necesita tener ejemplos de
individuos exitosos para ponerlos de ejemplo en la sociedad. Ese individualismo
negativo ha ido calando en nuestras culturas y sociedades hasta tal punto que
muchos ya lo asumen como la única forma de superarse y echar hacia adelante. En
cierta forma, esta ideología ha ido forjando una mentalidad neoliberal en una
franja importante de los ciudadanos.
Uno de los éxitos del neoliberalismo en América Latina consiste en haber logrado desarrollar una mentalidad neoliberal de forma que muchos ni se dan cuenta de que son neoliberales en su forma de pensar y actuar. Se trata de una nueva forma de colonialismo que requerirá debates amplios en material cultural, política y social para que se adquiera consciencia de las consecuencias de pensar con cabeza ajena. Se requiere de discusiones serias, donde se agarre al toro por los cuernos y se revele cuáles son las implicaciones de la mentalidad neoliberal para las sociedades latinoamericanas. Emelio Betances (viste www.emeliob.medium.com si desea leer más análisis y crónicas sobre nuestro mundo)
Fuente: La mentalidad neoliberal en nuestro tiempo | Acento
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