Por Faustino Collado(Coordinador Movimiento Político REDES)
(Primera parte)
Todos los historiadores dominicanos, y extranjeros que han escrito sobre la isla, dieron cuenta de la pobreza que cubrió a la colonia y a la República (I, II y III), con excepción, en el primer caso, de las primeras décadas del siglo XVI, cuando Santo Domingo fue el punto de llegada y de partida para toda la colonización de América, floreciendo las construcciones, la producción, el comercio y la cultura (1).
El Poeta Nacional Pedro Mir, en su papel de investigador histórico, escribió sobre “La historia del hambre” en la Española, mostrando las calamidades de una población cada vez más disminuida, con muy baja natalidad y que emigraba (2).
Ser rico en el siglo XIX y la primera mitad del XX era poseer una buena extensión de tierras con algunos cultivos y ganado, que daban más estatus social que ampliación de la riqueza; también, cortes de madera o alguna actividad comercial, sobre todo de exportación/importación. Un pequeño grupo de estos se adelantó, prestándole a todos los gobiernos. Pero, las crisis externas, en una raquítica economía que dependía del exterior, contenían cualquier despegue de la riqueza.
El nuevo reparto de la riqueza (básicamente tierras) a partir de la independencia de 1844, de la Restauración de 1863 y la instalación de los nuevos ingenios azucareros a partir de 1870, que incluyó el despojo de los campesinos por parte de dictadores, empresarios, empresas y potencias colonialistas e imperialistas, definió la nueva reestructuración de la riqueza en torno a unas pocas familias y las nuevas empresas azucareras (3).
La nueva riqueza, además de las tierras y del dinero, proveniente este de la intermediación del comercio (exportación/importación), vino de la explotación laboral en los ingenios azucareros, en los cuales, cumpliéndose la ley capitalista de la centralización, quedaron en manos del capital extranjero y de un extranjero nacionalizado (Vicini) (4).
La intervención norteamericana de 1916-1924 amplió ese despojo de tierras y la explotación laboral en favor del capital estadounidense, surgiendo, entre otros, el emporio azucarero del este, representado hoy por el Central Romana. Según el historiador Franklin Franco, entre 1916 y 1921 las tierras de los ingenios pasado de poco más de un millón de tareas a más de cuatro millones (5). Así que el capital extranjero aprisionó a los pocos ricos dominicanos que no pudieron expandirse. Es el tirano Trujillo, usando todo el poder del Estado, que emergió como el primer gran rico dominicano (6).
Para 1929 dos instituciones socio-culturales de los sectores acomodados de las dos principales ciudades del país eran un termómetro de lo que para entonces se consideraba personas ricas, aunque muchos miembros no lo eran, tratándose, simplemente, de familias tradicionales con formación educativa.
Nos referimos al Club Unión de Santo Domingo y al Centro de Recreo de Santiago. El primero contaba con 266 miembros y el segundo con 145. Entre los apellidos de socios del primero figuraban: Bonetti, Cabral, Espaillat, Pellerano, Peynado, Portela, Ricart, Romano, Tavares, Trujillo, Vicini. En el segundo: Bermúdez, Bisonó, Bogaert, Bordas, Bergés, Franco, Ginebra, Pellerano, Perelló, Ricart, Valerio (7).
Un estudio del economista e historiador Bernardo Vega sobre las personas que podían ser consideradas ricas para 1954, a partir de su patrimonio o ingresos, por el cual debían pagar un impuesto anual, cobrado con la renovación de la cédula de identidad, arroja el dato que 1200 contribuyentes tenían una riqueza media y alta, y eran considerados ricos.
Una persona, por cierto el hermano de la esposa de Trujillo, Francisco Martínez Alba, tenía un patrimonio de más de 2 millones de pesos (igual a dólares); 14 personas tenían un patrimonio de uno a dos millones de pesos; con 500,000 a un millón de patrimonio existían 37 personas; con 250,000-500,000 habia132 dominicanos; de 100,000-250,000 unas 451 personas; de 50,000-100,000 un total de 382; de 20,000-50,000 eran 83.
Seis años más tarde, en 1960, la estructura patrimonial era la siguiente: de RD$100,000 a RD$150,000 pesos ascendían a 291; de RD$150,000 a RD$200,000 pesos eran 134 personas; de RD$200,000 a RD$500,000 llegan a 241 dominicanos; los que tenían de RD$500,000 a un millón eran 60; con más de un millón y hasta 4 millones de pesos, habían llegado a 25 millonarios (8).
Por el lado del ingreso personal, de 1,000 a 2,000 pesos de ingresos mensual había 392 personas; con 2,000 a 5,000 pesos eran 254 personas; de 5,000 a 10,000 pesos llegaban a 57; de 10,500 a 19,000 eran 15 contribuyentes; de 20,500 a 41,000 solo había 4 personas.
Comparado con los poco más de 3 millones de personas que poblaban el país, estos ricos eran una cantidad ínfima, cuyo total de ingresos al año era de poco más de 24 millones de pesos, un 4.1% del ingreso nacional, mientras que la familia Trujillo y sus allegados generaban el 40% del producto nacional bruto. Los ricos eran pocos, aunque los datos muestran que unos cuantos duplicaron su riqueza y los Trujillo eran cada vez más ricos.
Faustino Collado
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