Por: Francis Santana
Hoy escribiré sobre cómo se manifiesta la crisis de la izquierda dominicana de manera concreta.
Desde el inicio de la década de los años 70 del pasado siglo vengo escuchando y leyendo que nuestra izquierda está en crisis.
Crisis que evidentemente se ha estado profundizando a tal grado que hoy, ya las organizaciones de la izquierda dominicana no son ni una sombra de lo que fuera por ejemplo, el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, liderado por Manolo Tavárez Justo y Minerva Mirabal al inicio de los años 60 del siglo XX.
Se trata de una crisis integral que ha impedido convertirnos en una fuerza capaz de disputarle el poder a las clases dominantes con reales posibilidades de éxito.
Veamos:
1- La izquierda dominicana no existe en la mayor parte del territorio nacional y donde opera lo hace con enormes precariedades.
2- Una izquierda que no crece, que al contrario, involuciona y cuya presencia política en el país es prácticamente testimonial, incapaz de producir importantes acontecimientos políticos y sociales como tal.
3- Desvinculada políticamente de las masas obreras, campesinas, de los intelectuales, con exigua participación de mujeres y de jóvenes en sus estructuras y sin atractivos para estos. Una izquierda dirigida e integrada mayoritariamente por envejecientes y sin contar con relevo generacional en su seno.
4- Incapaz de atraer a amplios sectores de la sociedad hacia sus políticas y a sus esporádicas acciones como izquierda. Invisibilizadas sus posiciones y hasta el nombre de sus organizaciones y dirigentes.
5- Con un muy bajo nivel teórico y cultural de sus integrantes a todos los niveles en cada organización, salvo escasas excepciones.
6- Una izquierda atrapada en las luchas meramente reivindicativas y sin vocación de poder alguno y con una parte considerable de su membresía que no acompaña al pueblo en sus luchas y que justifica su pobre militancia revolucionaria, con la irregular asistencia a reuniones y eventos, muchos de los cuales nada tienen que ver con un proyecto político que lucha por el poder.
7- Somos una izquierda que al perder en lo fundamental sus perspectivas de poder, desestimuló a una parte considerable de sus militantes (gente valiosa y honesta la mayoría) que fue abandonando constantemente sus filas y que luego ha sido tratada de manera inadecuada, por la propia izquierda, empujándola a distanciarse de la causa revolucionaria.
8- Una izquierda que a ha perdido la voluntad ideológica (salvo escasísimas excepciones) de hacer grandes esfuerzos y sacrificios a favor de la revolución. Una izquierda en la que cada día se hacen más predominantes los intereses y aspiraciones individualistas, muy por encima de los intereses colectivos del pueblo y de la nación.
9- Tenemos una izquierda fragmentada en extremo, que se desgarra entre sí, que no se actualiza y que no termina de adecuar sus políticas y acciones a los extraordinarios cambios que ha experimentado nuestra sociedad y el mundo de hoy.
Una izquierda desfasada.
10- Que ha sido incapaz de dotarse de los recursos económicos, materiales y técnicos necesarios que requiere todo proceso revolucionario verdadero.
Una izquierda que subsiste en medio de mil precariedades de toda índole, cuestión que imposibilita aplicar sus políticas y planes, aún mínimamente.
11- Somos una izquierda aislada en lo fundamental de los movimientos y gobiernos revolucionarios de América Latina (salvo muy escasas organizaciones) en una época en la que es absolutamente imposible coronar victoriosa la revolución sin contar con sólidos y multilaterales vínculos en el plano internacional.
12- La nuestra es una izquierda que carece de un Partido, de un frente político, de un líder o de un liderazgo colectivo que reúnan la suficiente capacidad para motivar, atraer, convencer y movilizar a lo mejor del pueblo y de nuestra sociedad para que simpatice o milite en el proyecto de liberación nacional y de construcción de la nueva y superior sociedad que postulamos.
13- No hacemos balances regulares de nuestra práctica y por lo tanto no aprendemos de las experiencias que esta nos aporta.
14- La crítica interna a nuestros errores y deficiencias ha disminuido casi a nivel de su desaparición, ya que por lo general la misma se asume en términos personales, afectando los vínculos políticos y los afectos, resquebrajando torpemente la unidad interna en cada organización y en cada frente unitario que nos hemos propuesto construir.
15- Y al no hacer balances de nuestra práctica, al no practicar la critica y la autocrítica con sentido político y con alta responsabilidad, no hemos sido suficientemente responsables para introducir las necesarias rectificaciones que requerimos; rectificaciones que nuestro pueblo nos ha estado sugiriendo y reclamando en alta voz durante décadas.
No hay dudas de que la situación de crisis permanente de nuestra izquierda incluye muchos otros elementos.
Debemos desentrañar a fondo todos los grandes males de nuestra izquierda, porque de no hacerlo nos incapacitaríamos para hacer aportes trascendentes para la superación de estos y poder situarnos en condiciones más favorables.
Entre todos debemos encontrar esos otros aspectos de la crisis.
En la próxima entrega escribiré sobre las causas de la crisis de nuestra izquierda.
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