Por: Fidel Soto
Ante la lamentable pérdida de Jimmy Sierra
Félix Cid y yo fuimos
apresados en marzo del 73, en la ciudad de Puerto Plata, a raíz del desembarco
del coronel Caamaño.
Jaime Samuel Sierra, Jimmy
Sierra se tomó el caso de nuestra defensa. Viajó varias veces desde la capital
a la provincia de Puerto Plata, brindándonos sus servicios legales sin ningún
interés remunerativo, lo que fue una actitud solidaria que nunca
olvidamos. Con él me unían lazos de amistad, pese a que era un destacado
miembro del Partido Comunista Dominicano, pero su trato con todo el mundo era
muy afable y se ganaba el aprecio y consideración de los militantes que como yo
éramos pro chinos. Conjuntamente con Jimmy estaba también en la barra de
abogados el Dr. Placido Castillo, destacado abogado de la ciudad de Puerto
Plata y hermano del compañero Miguel Castillo.
Los comentarios de la gente
en cuanto al rol defensivo desempeñado por estos dos gladiadores del derecho
era de elogio; pero el que más había deslumbrado a la población que asistía al
juicio era Jimmy. Decían que era un gallito peleador y efectivamente mi
estimado amigo dejó entrever su decidido y bien elaborado plan de defensa
ante el sistema judicial del represivo y criminal régimen balaguerista.
El fiscal era Ernesto Llibre
Quintana, hermano del declamador Juan Llibre. Como fiscal se manejó de manera
muy correcta en el juicio. Era un ministerio público no enfermizo ni militante
del reformismo represivo.
Nuestra prisión en la cárcel
de la fortaleza militar y la indignación que provocaron en el pueblo los
golpes y torturas a que fuimos sometidos, se convirtieron en un problema para
las autoridades de la localidad, porque temían que durante el tiempo en que
estábamos en la cárcel se mantuviera un estado de agitación que no
favorecían la tranquilidad necesaria en momento que esas autoridades
se preocupaban para mantener un clima favorable al desarrollo del turismo y del
comercio en sentido general.
En la primera audiencia Jimmy
exigió la presentación de las pruebas, consistentes en las armas de fuego que
ellos (la P.N), alegaban que teníamos al momento de nuestro apresamiento. Ante
tal demanda las mismas no aparecieron y esto ayudó a evidenciar lo débil del
expediente . Ante lo que tanto el fiscal como el juez pospusieron la causa para
que esas armas fueran presentadas.
En la segunda audiencia
tampoco presentaron las armas, pero sí a un testigo al que supuestamente habían
asaltado y desarmado .Era un celador de las aduanas de aquella ciudad.
Estando el tribunal abarrotado
de gente cada vez que Jimmy deshacía los argumentos del expediente era
aplaudido por el público.
Creo que las condiciones
políticas de la provincia, unido a la agitación de una prisión que ya tenía más
de nueve meses y la defensa de nuestros compañeros abogados, sobre todo la
elocuencia de Jaime Samuel Sierra, hicieron posible nuestra libertad luego de
padecer golpes y torturas .
Al final las autoridades de la
ciudad de Puerto Plata, principalmente el diputado por el partido reformista
Balbuena Farington y la gobernadora provincial se pusieron de acuerdo con el
Juez y el fiscal para otorgarnos la libertad por medio del sobreseimiento,
figura jurídica que tiende a dejar sin efecto una acusación.
Hoy despedimos al amigo y
compañero con el dolor de una partida a destiempo, pero con la satisfacción de
que en vida nos honró con su amistad.
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