Por Fidel Soto
Está muy lejos Palestina de nuestra pequeña isla quisqueyana.
No nos tocan las bombas que te lanzan. No nos hieren físicamente. Y sin embargo nos hieren los sentidos y nuestra humanidad.
Y es como si esas bombas cayeran en nuestra isla compartida con la primera nación liberada de América.
Sentimos el dolor, el olor y el ruido ensordecedor del tronar de los cañones genocidas.
Nos preguntamos: ¿dónde está el derecho? ¿Dónde está la paz? ¿dónde se fue la compasión y el amor a nuestros semejantes?
Una nación poderosa con armas atómicas destruye tu mundo. Una nación de Dios arrasa con tu humanidad.
¿Qué civilización es capaz de destruir tanto. De subyugar tanto. De matar tanto, sin que una huella de conmiseración llegue a su corazón?
¿Será que el espíritu de Treblinka y Auschwitz se apoderó de Israel, dejando un cruel odio en su conciencia?
¿Será que el fantasma del Guetto de Varsovia quedó en los judíos para seguir el exterminio de seres humanos?
Lloramos cuando Sabra y Chatila, y seguimos llorando el dolor de tu pueblo, Palestina. Y tu dolor es nuestro dolor.
Tus niños muertos son nuestros niños muertos de enfermedades y hambre. Tu gente indefensa es nuestra gente indefensa. Tu lucha es nuestra lucha.
Es verdad, hermanos nuestros, que estamos lejos de tu tierra; pero cerca nos sentimos. Nos une el mismo interés: justicia, derecho y libertad.
Desde nuestra
isla, flores te enviamos y pese a tu dolor y nuestro dolor, una sonrisa de
esperanza, igual a la Guernica que pintó Picasso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario