Por Narciso Isa Conde
Brígido Peguero, cuyo nombre de guerra era Alfredo, ha fallecido recientemente por Covid, hecho obviado por gran parte de los medios de comunicación. Su precipitada despedida ha conmovido a las izquierdas dominicanas, a sus seres queridos y a la familia de profesionales e investigadores/as de las ciencias naturales, especialmente de la botánica, disciplina en la que fue sobresaliente.
En mi caso el impacto fue estremecedor, porque Brígido es uno de los camaradas del MPD -su Secretario General- que más he apreciado. El cariño, más allá de los ideales y convicciones revolucionarias que nos unen para siempre, tocaba en profundidad la condición humana. De él recibí una inmensa y persistente solidaridad política, moral y personal a todo lo largo de nuestras fraternales relaciones, especialmente en momentos difíciles, desagradables y peligrosos.
Camarada y amigo entrañable. Profesional-investigador de alto calibre. Militante comunista desde su adolescencia, dirigente de la estirpe de Maximiliano Gómez (El Moreno), Amín Abel y Otto Morales, y apasionado partidario del CAMBIO RADICAL… compartimos un largo periodo de unidad y luchas trascendentes, que más recientemente se ha expresado en la coalición Izquierda Revolucionaria-IR.
Con el alma desgarrada lo sigo abrazando intensamente, expresando el orgullo de ser su amigo y compañero de lucha. Forzado a despedirlo de este mundo (al que tanto sacrificios y talento aportó) por esta tragedia sanitaria, cruelmente manipulada por el poder del gran capital y su voraz afán de ganancia, siempre lo recordaré. ¡Presente su inmenso afecto y enorme bondad! ¡Presente una trayectoria ejemplar y solidaridad!
Para él todos los honores. Para sus seres queridos, a quienes dedicó atención y cariño, nuestras condolencias. Para sus camaradas de partido y de las izquierdas inclaudicables, la recomendación de tratar ser como él: humilde, estudioso, insobornable, valiente y solidario. Para los ambientalistas, amar como él amó la Madre Tierra y defender a muerte sus derechos, inseparables de los derechos de la humanidad.
Sé que el desconocimiento de muchas de sus valiosas cualidades por el pueblo humilde y gran parte de la sociedad de la cual surgió, negro de piel y pobre de nacimiento, obedeció a su condición social y a su delicado rol como “Alfredo”, en un partido acosado por crueles represiones, aunque también a su excesiva modestia personal. De todas maneras, hay silencios injustificables frente a su fallecimiento desde una astuta dictadura mediática que responde a los anti valores e intereses espurios del poder dominante; pero, sé también, que para Brígido, lejos de esto ser tormento, sería motivo de orgullo y satisfacción.
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