Las fuerzas progresistas y revolucionarias, en la región, se reponen después de recibir demoledores golpes políticos y electorales. Ahora resurge un despertar que se manifiesta en triunfos en las urnas de candidatos y corrientes políticas, sociales y populares, apoyado por las izquierdas. Aunque las competencias son muy apretadas, los síntomas son alentadores.
Recientemente, las izquierdas fueron divididas en el hermano país del Ecuador, facilitando el triunfo, en segunda vuelta, del derechista Guillermo Lasso. Aunque las experiencias son duras de aprender, se requiere de inteligencia, prudencia y tacto, para interpretar el momento e impedir que la «guagua nos deje». La situación es de unidad, el que no lo entienda, que siga parado en la esquina, ladrándole a todo el que cruce.
No bien termina el proceso electoral del Ecuador, cuando la hermana República del Perú se enfrenta en dura pelea por los votos; entre el progresista y demócrata Pedro Castillo, del partido Perú Libre y la derechista, Keiko Fujimori, de la Fuerza Popular. Una vez más la unidad de las izquierdas fue la clave, en esta ocasión, para vencer, en forma muy reñida: 50.20% contra 49.8%.
Si ponemos atención en el significado del triunfo electoral de Pedro Castillo, de Perú Libre, en el mismo corazón del derechista y fascista Grupo de Lima, nos daremos cuenta que el despertar a pesar de ser coyuntural, es un rechazo a las políticas neoliberales y a los actos de corrupción de un sistema podrido que estimula el robo de recursos públicos.
El despertar no es solo electoral. Grandes manifestaciones del movimiento social y popular, han estremecidos las capitales y ciudades de los principales países de América Latina. Colombia tiene más de 46 días en las calles repudiando a un gobierno que reprime y mata a su población. La «nueva ola» de los jóvenes y trabajadores, se llevará la podredumbre corrupta en las próximas elecciones.
¿Qué lectura se le puede dar, en República Dominicana, a estos acontecimientos? Lo primero es que aquí son «maestros» en asuntos internacionales. Expresan solidaridad a casi todos los proyectos progresistas y revolucionarios; descalifican y satanizan al más bonito. Sin embargo, no asumen una conducta razonable de cara a erradicar la división y dispersión del movimiento revolucionario, social y popular.
No hay voluntad política de emular los significativos triunfos del movimiento progresista y revolucionario de la región. Hasta ahora, todo se limita a poses en las redes sociales, limitadas conversaciones, y el amagar y no dar. La unidad, sabemos que no es fácil en un proceso preñado de limitaciones y debilidades. Solo nos atenemos a que algún día nos sorprendan con una noticia positiva: ¡Eureka! ¡Eureka!
La unidad tienen
diversas connotaciones para los progresistas, revolucionarios y comunistas.
Todos las necesitan para poder avanzar y coronar en sus propósitos inmediato, a corto y largo plazo. Lo de ahora es unidad de acción,
en forma sincera y responsable; no hipócrita. Si queremos transitar el camino
de nuestros hermanos pueblos latinoamericanos y caribeños, empecemos a trabajar al compás de
un cadencioso merengue, bachata y salsa criolla, y un sabroso chivo liniero.
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