Por Llliam Oviedo
Desde la izquierda dominicana,
desde el movimiento popular, y unidas todas las voces que defienden el avance
político, es preciso exigir al presidente Luis Abinader y al canciller Roberto
Álvarez que el próximo 23 de junio voten contra la continuidad del bloqueo de
Estados Unidos a Cuba.
En esa fecha, Cuba
presentará ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas,
ONU, el informe «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y
financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba».
Es pertinente la
exigencia al gobierno de Luis Abinader, porque sería indignante el voto en
contra del proyecto de resolución y lo sería también la abstención.
En la votación del año
2019, Colombia se abstuvo y Brasil votó en contra. Iván Duque y su canciller, Carlos
Rodríguez Bocanegra, como Jair Bolsonaro y Ernesto Araújo (este último renunció
en marzo pasado), asumieron en nombre de sus respectivos países una posición
contraria a la del resto de Latinoamérica.
Si existe temor de que
Luis Abinader y Roberto Álvarez comprometan el nombre del país en una votación
indigna, es debido a su mostrada prosternación ante Estados Unidos, a su
identificación con la derecha venezolana y a las menciones malintencionadas de
Álvarez sobre Cuba en varios escenarios (uno de ellos, la Cámara Americana de
Comercio).
A esto hay que añadir
que hace una semana el gobierno de Nicaragua protestó ante el de República
Dominicana por declaraciones de Álvarez, quien se pronunció en defensa de
varios dirigentes de derecha en Nicaragua.
El canciller se
pronuncia por quienes solicitan la intervención yanqui en Nicaragua, pero no
emite una palabra ante el asesinato de cientos de dirigentes sociales,
exguerrilleros y jóvenes pobres en Colombia.
¿Respeta la soberanía
colombiana o simplemente reconoce como válida la abusiva represión de la
derecha de ese país, representada en la Casa de Nariño Iván Duque, un discípulo
de Álvaro Uribe? ¿En qué manual aprendió este funcionario a medir con doble
rasero la intromisión? No hay que tirar de la máscara para que se le caiga.
OTRO ORDEN ES NECESARIO
En el informe a
presentar el 23 de junio, los representantes cubanos estiman en 5 mil 570
millones de dólares las pérdidas causadas a su país por el bloqueo
estadounidense entre abril del año 2019 y marzo del 2020 y en 144 mil 413
millones las pérdidas totales en casi seis décadas de agresión.
El bloqueo fue
oficializado el 3 de febrero de 1962 mediante la Orden Ejecutiva 3447, firmada
por el presidente John F. Kennedy. Su fundamento fue la llamada Ley de Comercio
con el Enemigo, promulgada en 1917 (¡45 años antes!) para regular el comercio
con el antiguo imperio alemán y sus aliados previo a la entrada de Estados
Unidos en la Primera Guerra Mundial.
El bloqueo nació
anacrónico, pero igual sucedió con el orden económico y político impuesto
después de la Segunda Guerra Mundial y retocado solo en algunos detalles.
Veintiocho resoluciones
de la ONU han sido desconocidas por Estados Unidos, potencia que sigue
presionando a sus aliados políticos, chantajeando a grupos empresariales y
emitiendo leyes con alcance extraterritorial, porque en ninguna instancia se le
obliga a respetar la soberanía de otros Estados.
Estas prácticas no
cesaron ni siquiera en el momento de mayor distensión en las relaciones entre
Cuba y Estados Unidos, en un período nombrado a partir del año 2015, cuando
fueron reabiertas las embajadas y Cuba fue sacada de la lista de países
patrocinadores del terrorismo internacional, lista en la cual el Departamento
de Estado no incluye el nombre de Estados Unidos ni tampoco el de Israel. ¡La
lista la elaboran quienes pueden convertir en global su política de seguridad
nacional sin tener que responder con qué derecho!
Las nuevas
restricciones impuestas durante el gobierno de Donald Trump, que se resumen en
242 medidas, continúan durante el gobierno de Joe Biden. De agresores hablamos.
El actual secretario de
Estado, Antony Blinken, declaró recientemente que el gobierno al cual sirve
podría revisar la política hacia Cuba, pero aclaró que intentará asegurarse de
que se está haciendo todo lo posible “para promover la democracia y la libertad
del pueblo cubano”, y hacerlo de una manera que empodere al pueblo de Cuba para
construir su propio futuro y destino.
En los mismos términos,
el pasado 20 de mayo dirigió una carta a cuentapropistas y emprendedores
diciéndoles apoya sus aspiraciones de impulsar cambios en Cuba. (¿Se habrá
visto mayor distorsión en el significado del término democracia y mayor
retorcimiento en la definición del cambio?).
En el orden
internacional vigente, Estados Unidos no recibe sanción alguna por amenazar o
por intentar desestabilizar otros países.
El mes pasado, el
gobierno de México le envió una nota diplomática demandando que se aclare el
financiamiento de organismos yanquis a grupos opositores de derecha en ese
país.
En ese accionar se
enmarca el mantenimiento del criminal y abusivo bloqueo contra Cuba.
¿Y quién dice que la
extrema derecha y los defensores de los golpes blandos no presionarán a
gobiernos del continente para que colaboren en la ya imposible tarea de aislar
a Cuba?
EL PODER MEDIÁTICO NO
LAVA EL SERVILISMO
Los medios controlados
por corporaciones y los comunicadores que se autodenominan independientes y que
en realidad están comprometidos con la figura presidencial (y con las élites
allegadas al presidente), han dedicado artículos y programas a presentar como
inteligente y oportuno el entreguismo oficial, y esa es otra de las razones por
las cuales es preciso advertir que votar en la ONU junto a Estados Unidos o
abstenerse junto a gobiernos serviles sería sencillamente arrastrarse.
El gobierno de Abinader
ha manifestado marcada tendencia a continuar la línea de derechización y
servilismo descarado de Miguel Vargas y Danilo Medina, canciller y presidente
que se prestaron a desconocer la legitimidad del gobierno de Venezuela en la
OEA en el año 2019.
El actual gobierno es
de la misma procedencia que el que en el año 2003 votó contra Cuba en la ONU
decidiendo una condena en materia de derechos humanos que Estados Unidos
propuso y, con chantaje y todo, logró con la mínima mayoría.
Si en algo se asemejan
Hipólito Mejía y Luis Abinader es en la obediencia al poder del Norte y en la
colocación en el servicio exterior de los funcionarios más serviles.
El servilismo de
Joaquín Balaguer fue heredado por sus discípulos, quienes igualmente buscan
asegurar de ese modo su inserción en el esquema de poder.
Leonel Fernández llegó
a definir a República Dominicana como parte del traspatio de Estados Unidos, y
del mismo modo que Hipólito Mejía envió soldados a Irak, él envió policías a
Kosovo.
¿Se sorprende alguien
de que la Embajada de Estados Unidos, los legisladores influyentes y el propio
Comando Sur impartan órdenes en un ambiente político dominado por lacayos?
Antes del 23 de junio,
hay que repetirle a Luis Abinader que las voces que ha comprometido en su
defensa no alcanzarían para lavar su nombre si coloca el del país en la lista
infame de quienes apoyan el bloqueo.
El compromiso con la
política imperialista es entreguismo y ceder ante el chantaje dejando a un lado
la dignidad es abyección…
Fuente: (1) Facebook
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