El coro mediático patrio saltó de inmediato porque la sola existencia de Cuba les duele. Como ha ocurrido en los 60 años de revolución, vuelven a la carga con el odio de clase que del que han hecho gala siempre. Los que están contra la revolución son demócratas, los que defienden el socialismo, unos trasnochados dictadores. Lo de siempre, no hay novedad.
Como se ha recordado, las decenas de muertos en Colombia de las últimas semanas no ocuparon espacio alguno en las terminales mediáticas, los asesinos son de los nuestros y guardianes de la democracia, no hay pues noticia, ni cámaras en directo, ni debates, ni corresponsales.
El intento de golpe blando ocurrido en Cuba está perfectamente planificado, los manifestantes lo hacen anhelando a EE.UU y obedeciendo órdenes gusaneras (en Miami dan fe de ello), sin mentar la palabra bloqueo que es causante primera de los problemas, y que la propia ONU ha denunciado (con los votos en contra de EE.UU e Israel). Y, para complementar la secuencia, la Falsimedia nacional sale a la palestra con sus políticos correveidiles a pedir «democracia» y «libertad». Si no fuera patético daría para sonreir. La democracia que no se atreven a pedir aquí (por ejemplo, recordemos que al Jefe de Estado no se le puede elegir, ni se reconoce el derecho de autodeterminación, ni toser a las empresas que tienen el poder, y que es ajena a los votos de unas y otros). Pero es lógico, una sociedad dividida en clases no puede ser democrática, y la libertad no es igual para los jerarcas del Ibex que en las colas del hambre. No todo lo pueden arreglar con su ascensor social.
Cuba los vuelve a colocar en su sitio. Y es que prensa que para mucha gente es considerada de «izquierdas» (El País, Público, El diario, la Sexta, Cadena SER…) sale a la palestra a pedir capitalismo, pero lo hacen sin mencionarlo, traducido como «democracia» y «libertad» para que sea más comestible. Sueñan con este sistema para que mediante reformas «progresistas» vivamos en el mejor de los mundos, sin cuestionar (faltaría más) la propiedad de los medios de producción. A un lado la derecha casposa y sus intereses, y al otro la izquierda con rostro humano y demócrata, esa izquierda posible y moderna que para serlo renunció a la lucha de clases y la revolución, convenciendo a los suyos de que ambos conceptos son antigüedades ajenas al devenir de los tiempos (occidentales y lustrosos). Y en ello, coinciden (¡oh sorpresa sorpresiva!) con los medios más reaccionarios y filo-fascistas, y es que cuando hay que cuadrarse ante el Régimen del 78 (¿o deberíamos decir del 39?), todos a una. Conseguir publicidad institucional y masajear a los lectores es un mismo operativo. Lo llaman democracia y no lo es, ¿se acuerdan?
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