Rafael Chaljub Mejìa
El presidente norteamericano Joe Biden acaba de tropezar,
y de muy mala manera, con la misma piedra conque han tropezado los doce
presidentes que le han antecedido en la Casa Blanca desde 1959.
Cuba decidió ser libre y soberana y Estados Unidos
decidió hacerle pagar ese gesto de alta dignidad. Y empezó una sistemática y
continua guerra de agresión bajo las más variadas y absurdas formas de la
guerra sucia.
Para demostrar que la reforma agraria hecha por la
revolución era un fracaso, empezó la guerra bacteriológica contra los campos de
Cuba. Intentó sabotear la alfabetización y sus agentes llegaron al colmo de
cometer asesinatos como los de los memorables brigadistas Conrado Benítez y
Manuel Ascunse. Tentativas de asesinatos contra Fidel, el envío de un bien armado
cuerpo expedicionario como el de Playa Girón. Infiltraciones de terroristas y
saboteadores.
Y a ese respecto cabe recordar la mancha de oprobio que
el régimen golpista del Triunvirato le cargó al país, en 1964, cuando prestó el
territorio dominicano para que desde Punta Presidente, en el emblemático Monte
Cristi, salieran Eloy Gutiérrez Menoyo y sus mercenarios a invadir a Cuba.
Así, hasta que ahora, aprovechando las dificultades
provocadas y agravadas por el endurecimiento del bloqueo, las consecuencias de
la pandemia y viejos y nuevos problemas económicos, han pretendido hacer un
nuevo intento sedicioso.
Tropezaron nuevamente y seguirán tropezando.
El de Cuba es un pueblo educado en el patriotismo y la defensa de su dignidad
martiana, por más veneno que destilen sus enemigos, ese pueblo no se dividirá,
el partido, las fuerzas armadas ni su liderazgo tampoco.
Ese liderazgo es heredero de una larga tradición de lucha
frente a la sedición y ya hemos visto la inteligencia y el temple con que el
presidente Díaz Canel y sus compañeros han reaccionado, muy diferente al baño
de sangre provocado por Iván Duque en Colombia. Desde luego, que las críticas
caen sobre el gobierno cubano dizque por represivo y el respaldo será siempre a
los genocidas como Duque.
Ojalá un día los enemigos de Cuba levanten los pies y
reconozcan el derecho de cada país a elegir su camino, como lo ha hecho Cuba,
tal como debería hacerlo cada pueblo y cada país de nuestro continente.
Fuente: Seguir tropezando con la misma piedra (eldia.com.do)
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