Es difícil en un ambiente tan contaminado como el nuestro que aparezca un movimiento saludable, en salud. Sin embargo, el 18 de julio pude observar, en el local de Sitracode, una Asamblea Nacional Popular de comunitarios, ambientalistas, trabajadores, y otros sectores, se ponían de acuerdos para intentar contener la voracidad de las mineras, y por mejores condiciones de vida y de trabajo.
Su conducción fue excelente. Tres moderadores se encargaron de mantener el orden y la disciplina del evento. Aunque al final, no podía faltar, el pelo en el sancocho intentó deslucir la actividad. En sentido general, la asamblea fue un éxito, llenó las expectativas y los participantes se fueron a sus comunidades, satisfechos del deber cumplido.
Esta estructura social y popular tiene un valor incalculable para las comunidades. Es un espacio donde confluyen representantes de la comunidad; campesinos, trabajadores, religiosos, estudiantes, comerciantes, deportistas, políticos, etcéteras.
Es un espacio donde se discuten las propuestas reivindicativas de las comunidades, así como las acciones sectoriales que permitan alcanzar las demandas planteadas. Un instrumento multidisciplinario conectado a través de una red que opera en todo el país. Intercambian informaciones y sus actividades se realizan en conjunto.
Hay que preservar, cuidar como la niña de nuestros ojos, la unidad en la diversidad a lo interno de la Asamblea Nacional y Popular. Poner límite a las posiciones partidistas y evitar que las mismas desgasten la disciplina interna. No es posible que se permita a personas y entidades representantes de grupos políticos, de cualquier condición, sabotear las actividades de los comunitarios, ambientalistas, campesinos y trabajadores.
Se le hace un flaco servicio al movimiento social y popular, cuando se confunden los objetivos colectivos a alcanzar con los intereses partidarios de los políticos que inciden en él mismo. Y, peor aún, si se intenta imponer posiciones obviando el consenso, la flexibilidad y el respeto a los acuerdos. No olviden que es una estructura que tiene como base la diversidad; su oxígeno es la unidad, el trabajo colectivo y excelente dirección.
Convertir lo social y popular en comité de base de partidos políticos o grupos algunos, sería un crimen de lesa humanidad, imperdonable. Un error que ha hecho mucho daño al movimiento revolucionario. “Que se abran cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento”, que permitan derrotar las corrientes malsanas.
Los proyectos alternativos tienen en el movimiento social y popular suelo fértil para sembrar orientaciones políticas e ideológicas que fortalezcan su formación política y dominar el arte de la buena política. Son escenarios de donde saldrán los dirigentes nacionales y locales que gravitaran por décadas.
La izquierda latinoamericana ha tenido un nuevo despertar con la dinamización del movimiento social y popular. Sus resultados son evidentes, no ameritan discusiones. La nuestra empieza a valorar las posibilidades de fortalecer un mecanismo de presión contra las autoridades gubernamentales, y presentar una nueva imagen de cara al presente y futuro.
¡La unidad en la diversidad es la clave! La oportunidad de reivindicar tantos
años de luchas y sacrificios.
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