Por: Francis Santana
Miles de hombres y
mujeres de todo el país, de los más diversos sectores sociales y de todas las
edades, marcharon con entusiasmo hacia el palacio nacional el pasado domingo
19, gritando a todo pulmón: No a la presa de cola en Cuance-Yamasá, no
expansión minera, fuera la Barrick Gold, no más robos de las AFP y ARS.
Ambientalistas, campesinos, obreros cañeros, transportistas, defensores de los derechos humanos, gremialistas, feministas y fuerzas revolucionarias, se lanzaron a las calles en la capital denunciando a un gobierno empresarial, postrado ante el poder extranjero y de la mega-minería e indiferente ante los justos reclamos de un pueblo hastiado de tantos gobiernos neoliberales, corruptos y socios del narcotráfico.
Esta marcha al palacio
nacional (a solo un año de instalarse el perremeismo en el poder) puso en
evidencia el desgaste indetenible que viene sufriendo el presente gobierno.
Y la marcha también
representó un paso firme para ir sentando las bases necesarias de cara hacia
una gran unidad en la diversidad del campo popular para enfrentar a éste
gobierno, con posteriores jornadas de masas, más contundentes.
Tenemos que felicitar a
quienes se pusieron al frente en el montaje y organización de la marcha, por la
actitud unitaria de verdad, mostrada en cada momento y por haberse atrevido a
desafiar todo tipo de dificultades, principalmente las maniobras del
oficialismo contra la marcha, así como las enormes limitaciones materiales.
No obstante el gran
éxito del pasado domingo, el movimiento de lucha se encuentra todavía en
momento de reactivación inicial, coordinación y de acciones pequeñas y medianas
en lo fundamental.
Pero avanza hacia un
gran auge, y esto debemos construirlo y entenderlo, para así poder proponernos
acciones y metas objetivas acordes con la situación concreta en cada momento.
Un gran auge de la
lucha de masas lo iremos aproximando, en la medida en que coordinemos y vayamos
unificando la organizaciones populares en cada territorio y sectores sociales
afectados por las políticas oficiales, para impulsar luchas estrechamente
unidos y con reales posibilidades de éxitos que contribuyan a ir elevando la
subjetividad y el entusiasmo en el sentido de que es posible vencer y de que
venceremos.
El gran auge de la
lucha lo iremos alcanzando en la medida en que las organizaciones
revolucionarias nos unamos estrechamente entre sí y con el pueblo en cada una
de sus luchas.
Y a ese auge de la
resistencia popular avanzaremos de manera sostenida, cuando elevemos los
niveles de conciencia de las masas y que las mismas no se limiten a conquistar
meras migajas, sino a convertir todo éste movimiento en un portentoso torrente
que desembosque en el poder político en las manos de las clases y fuerzas
patrióticas y revolucionarias.
Hemos alcanzado una
importante victoria.
Ahora debemos evaluar
la misma en el seno de todas las organizaciones participantes y definir los
próximos pasos.
Vamos muy bien y
podemos continuar mucho mejor, si persistimos por el camino de la lucha de las
masas en calles, campos, plazas y en todos los escenarios.
Es enteramente posible
lograr mayores victorias, si perseveramos en la unidad en la diversidad del
campo popular y revolucionario.
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