Por Fortune Modeste Valerio
En esta nueva versión del progresismo se puede afirmar que es un fenómeno latinoamericano
que se origina con el ascenso al gobierno, en la hermana República de Venezuela,
del inolvidable presidente Hugo Chávez Frías, en el 1999. Desde ese tiempo acá se
han producido en la región dos importantes olas progresistas, impactando positivamente: despertando vocación de
poder y reconociendo el tránsito democrático capitalista, ignorado en las izquierdas.
De
esas dos olas progresistas: la primera, encabezada por el presidente Chávez. Y
la segunda por el presidente Manuel López Obrador, de México, en el 2018.
Ningunas llegaron a nuestro país, ni siquiera a sus preciosas playas. En ambas, la región latinoamericana y caribeña, proliferaron, gobiernos, via electoral, progresistas encabezados y empujados por
organizaciones sociales, populares y de las izquierdas. Recientemente, tenemos los triunfos
electorales de Gabriel Boric, de Chile y de Gustavo Petro, de Colombia. Esperando
el triunfo de Lula Da Silva en Brasil. ¿Y nosotros pa’ cuándo?
Es
preciso recalcar los siguientes: El progresismo no es una receta universal, ni mucho menos es el resultado de un "decreto presidencial". El
mismo depende de las habilidades e inteligencia de sus dirigentes políticos; en el
análisis de coyuntura y aplicación de fórmulas innovadoras que aglutine a una amplia capa
social en la sociedad. Y de sus condiciones económicas, políticas, sociales y hasta
geopolítica de cada país, sin obviar su idiosincrasia. De ahí que no es extraño
observar gobiernos progresistas muy diversos, moviéndose de acuerdo con sus realidades.
Aunque en el país existen corrientes políticas con manifestaciones progresistas, hasta el momento no se han compactado para exhibir, presentar una propuesta formal a la población; que pueda convertirse en alternativa de poder, o, por lo menos, en camino de avanzar hacia ese propósito.
He dicho en varias ocasiones que el progresismo está en proceso de definición, en franca discusión, por definir sus objetivos y sus limitaciones. Porque no es correcto iniciar un proyecto de esa magnitud sin evaluar críticamente los pasos transitados. Sí, se ha caminado en ese sentido, pero no se ha llegado muy lejos y ha dejado un mal sabor.
Un frágil progresismo, hasta ahora, sesgado, enviando una señal equivocada y profundizando la incredulidad.
En ausencia de un concepto claro y preciso sobre el progresismo y su aplicación a la realidad, estaremos arando en el mar o atajando para que otro enlace. Es una corriente política y social dentro del capitalismo, con marcadas manifestaciones ideológicas, que procura conducir el aparato estatal alejado del modelo neoliberal; que las riquezas producidas sean redistribuidas justamente, protección de un ambiente climático en crisis y que los seres humanos se eduquen en los principios de la fraternidad, la cooperación y, sobre todo, el trabajo productivo.
La defensa de los derechos civiles y políticos, la participación ciudadana y la promulgación de una nueva Constitución de la República que se corresponda a los nuevos tiempos, son las aristas sobresalientes que distingue a un progresismo ante una derecha y su modelo económico neoliberal; que limitan y obstaculiza a una sociedad que debe avanzar sin excluir a nadie.
Para evitar equivocación alguna: La corrupción, la xenofobia, el racismo, cual fuera la discriminación y otras manifestaciones que atenten contra la existencia de seres vivos, son contrarias al progresismo.
El progresismo dominicano todavía es difuso. Camina, algunas veces, en varias direcciones, en sentido contrario y en compañías de sectores adversos al proceso democrático, transparente e inclusivo. ¡Una locura! La confusión llega a tal grado que hay partidos conservadores, de derecha y corruptos, que se han vendido, y pretenden hacerlo de nuevo, como progresistas, respaldos por grupos de izquierdas. ¡Una barbaridad!
El tiempo apremia para ponerse de acuerdo, acerca del progresismo criollo, a ritmo de un merengue, típico, cadencioso y una bachata de “paga y vámonos”: programa de gobierno, dinámica eleccionaria, las limitaciones, etc. Y articular un instrumento unitario electoral y participar en las próximas elecciones del 2024. Preciosa oportunidad para unir fuerzas y voluntades e ir insertando una corriente progresista, sin derecha ni corruptos, en la sociedad dominicana, rumbo al poder.
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