Por Manuel Salazar
Hacia las elecciones del 2024, hay que insistir tanto como se pueda, en que el propósito que debe guiar a la izquierda decidida a participar en ese proceso, es empujar para un cambio de época política en el país. Esto es, instalar un nuevo régimen, basado en un modelo económico y social, y unas instituciones jurídico- políticas, que nieguen el que se le ha impuesto al pueblo, país y nación; y cuya esencia ha permanecido desde que los Estados Unidos y la oligarquía lo impusieron, garantizaron con la dictadura de Trujillo, y han mantenido con los gobiernos que se han sucedido desde la caída de esta, hasta hoy.
Esto implica unir muchas fuerzas, ideas y energías. Mucho más que lo que tiene la izquierda. Pero articulada con la izquierda.
Esa mucha fuerza será necesaria también, para vencer los vicios del sistema electoral dominicano, quizás el más acuciante: que es el clientelismo que lo caracteriza, y que esclaviza a millares de gente del pueblo que deberían votar por esta opción nueva.
Es necesario construir esa fuerza, diferente y diferenciada a todos los niveles de los partidos que han dominado el sistema nacional; lo más amplia y diversa. Una fuerza electoralmente atractiva para los más amplios sectores populares y de las clases medias.
Una fuerza que una lo diferente, pero coincidente en unas claves esenciales.
Gimnasia electoral ya hemos hecho mucha, y el que no haya resumido las, o sus experiencias pasadas, que lo haga con sinceridad. Y si lo hace de manera sincera, tendrá que concluir en la necesidad de una opción amplia y diversa que exprese poder político.
Corresponde construir una opción que diga de una manera clara al imaginario colectivo, que esta vez se puede ser poder.
Es posible construirla. Con paciencia. Desprendimiento. Con la delicadeza y cuidado que trabaja el orfebre. Más que hacer proclamas unitarias generales que, por repetidas tanto en el tiempo, pueden hacerse manidas, sin encontrar los oídos que deben escucharlas para que puedan trascender y ganar la talla de «Pacto sin precedentes».
No está de más decirlo: de la izquierda dispuesta a participar en unidad en las elecciones del 2024, se necesita esa amplitud de miras, y el abandono de viejas actitudes que deje claro que quedan atrás los escarceos, y se asume la conversación frontal y franca, directa; que la complementariedad sustituye de manera dominante a la competencia burda; que no hay lugar para la práctica dañina de los pasquines, escritos o en notas de voz; ni de los servicios ingratos de ningún Doctor Merengue. Que, en definitiva, no habrá lugar para la sentencia de Carlos Marx en el 18 Brumario, según la cual, en tiempos en que se plantea el cambio, «el peso de todas las tradiciones muertas oprime como pesadilla el cerebro de los vivos…»
La unidad camina… avanza. Pero a cada rato es asaltada por «pesos muertos» de prácticas que hicieron mucho daño en el pasado. Hay que vencerlos. Cada quien primero en sus propias filas, y así no estarán en el conjunto.
Las CLAVES, para un pacto sin precedentes, con la izquierda como componente importante; que pueda vencer los conjuros del sistema electoral y, al tiempo que nos ponga más allá del solo objetivo de conquistar un regidor que salve la honra del registro electoral, abra perspectivas para una época política nueva en el país; serían las siguientes:
1.- Voluntad unitaria, no utilidad; es decir, asumir de verdad a los diferentes, y disposición a hacer concesiones. Porque la unidad es un espacio de coincidencias esenciales y de concesiones, entre diferentes;
2.- Unidad de partidos, movimientos y grupos de ciudadanos. Una unidad que integre en igualdad de derechos a ciudadanos de militancias no orgánicas;
3.- Programa y propósitos políticos, es decir, el marco político de la unidad; de lo que une, y lo que podría des/unir. El programa es esencial, porque expresa el proyecto de sociedad que queremos. Y es lo que nos une;
4.- Matriz de los NO; es decir los que no caben en la unidad ni pueden ser candidat@s. No vínculo con el narcotráfico, el crimen político ni la corrupción de bienes públicos ni privados. No a las ideas y prácticas racistas y xenófobas; no a las ideas y prácticas contrarias a la equidad de género; de violencia y acoso de género; no a las conductas feminicidas. Esta es una frontera ética de la unidad;
5.- Derechos de tod@s los participantes en la unidad a postular por una candidatura, al nivel que sea;
6.- Escogencia de las candidaturas mediante primarias abiertas a la sociedad.
Varios miles de revolucionarios, demócratas y patriotas llenan estos perfiles políticos y éticos, y hay que crear las condiciones políticas, y de trato, para que suscriban un pacto político sin precedentes.
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