Por Fortune Modeste Valerio
La izquierda dominicana, desde la década del 60' hasta nuestros días, ha desperdiciado valiosos momentos históricos que le hubiese permitido convertirse en una verdadera opción política de poder. La oportunidad se repite de nuevo. Solo resta esperar qué harán para emprender el camino correcto e insertarse en la etapa democrática con una visión diferente a los que nos tienen acostumbrados.
Están inmersos con mucha timidez en el proceso democrático, perdiendo un tiempo precioso, sin aprovecharlo. Se extravían, en lo claro, por pendejadas. Por el momento, la etapa democrática es conducida por sectores oligárquicos y una burguesía apegada a lo público y retrógrada. Esta última con pinta de liberales, aunque la individualidad no generaliza la intención de una clase insaciable. Ambas son retrancas para guiar la transición en desarrollo.
Esos sectores retrógrados han sabido utilizar al máximo las oportunidades históricas; cada vez que se han presentado, sin importar el costo, no pierden tiempo para subirse en el carro de la oportunidad. Derrocaron en alianza con los Estados Unidos el gobierno democrático y progresista del profesor Juan Bosch. Y ahora manipulan a los partidos políticos que se alternan el poder para continuar sus ansias desmedidas de acumular riqueza y capitales.
No se engañen, para no pasar con fichas, el PRM, las dos versiones corruptas del PLD, Danilo y Leonel, este último disfrazado de un verde camaleónico, PRD, PRSC, etc., están al servicio de ese sector de poder oligárquico, alimentado por los norteamericanos. Confiar ciegamente en sus maniobras culebreras, es caer en una trampa mortal.
Si no se aprovecha, ese espacio vacío, que gravita en esta coyuntura electoral, se perderá de nuevo la oportunidad que nos ofrece el curso de la historia. La unidad del progresismo, sectores democráticos y populares, y la izquierda, como quieran ponerla, es la única salida saludable que tiene el campo de los revolucionarios. Tener presente y muy claro, que es para emprender un camino independiente y alternativo, con identidad propia, para avanzar hacia el poder.
En los países pobres, subdesarrollados y dependientes, impulsar la etapa democrática es la clave para despegar en el tortuoso camino de alcanzar una efectiva transformación económica, política y social. Puede ser obstaculizado, incluso con la implantación de una dictadura, pero su trayectoria es indetenible. De ahí la importancia de garantizar una conducción correcta de este tránsito histórico.
América Latina y el Caribe ha demostrado que los progresistas y la izquierda pueden conducir la etapa democrática dentro del capitalismo. Llegar al gobierno por vía electoral para profundizar el proceso democrático y garantizar concluirlo; para no interrumpir los inevitables saltos históricos de la humanidad.
No existe una receta única en materia de las ciencias políticas,
cada país tiene su realidad objetiva, que permita aplicar, con creatividad e
inteligencia, los métodos y procedimientos adecuados al momento, para ocupar espacio en las instancias de poder. La voluntad de la población,
expresada con el voto, es la decisión legitimada válida.
La izquierda dominicana tiene una gran responsabilidad histórica que no debe desperdiciar con ambigüedades ni dilaciones innecesarias. Aquí se conoce al cojo sentado y al ciego durmiendo. Es tiempo de tomar las calles de la república, respaldando a los sectores en luchas, con las propuestas electorales y el proyecto de nación que terminará con las políticas neoliberales que coartan libertades públicas y derechos humanos. Así como de crear un nuevo clima de gobernanza donde el crecimiento económico venga acompañado de inclusión social.
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