Por Manuel Salazar
Secretario General del Partido Comunista del Trabajo (PCT)
Habremos avanzado en el país, cuando la rendición de cuentas del presidente de la República ante la asamblea nacional centre su atención en el estado de situación del índice de desarrollo humano; en la calidad de la democracia y el estado de derechos logrados, y en el cambio en la cultura de la gestión pública.
Estaremos en más, o mejor de lo mismo, mientras la referencia sea el crecimiento del PIB, la construcción de infraestructuras, el desempeño del turismo y zonas francas y la comparación con lo que hicieron gobiernos anteriores.
El discurso de rendición de cuentas del presidente Luis Abinander, como los de anteriores gobiernos, ha seguido la misma lógica y esquema general. Todos han dicho que todo va bien, según dicen "a pesar de las dificultades en el entorno internacional".
Este discurso del presidente Luis Abinader, y los de sus antecesores inmediatos, han presentado el país como un jauja, un lugar casi encantado.
Han mostrado y explicado el crecimiento económico.
El auge del turismo, de las zonas francas, entre otros.
El déficit de esta rendición de cuentas, como las de anteriores gobiernos, es la distribución de la riqueza, la equidad social.
El déficit es la presentación del desarrollo, es decir, de cómo el crecimiento económico mejora sustancialmente las condiciones de bienestar, felicidad, seguridad social y ciudadana de las grandes mayorías del pueblo.
El déficit es el avance democrático, de los derechos democráticos; del desarrollo humano.
Del derecho de los trabajadores a la sindicalización y a salarios y sueldos dignos.
Hay crecimiento económico; construcción de infraestructuras por doquier para hacer más eficiente el modelo económico. En setenta años consecutivos ha habido crecimiento de la riqueza del país y construcción de más en más de obras.
Pero la democracia sigue siendo de electores; carente de justicia social.
Las mujeres siguen condenadas a sufrir valores propios de la era feudal y hasta de la esclavitud, como es el no tener derecho a decidir qué hacer con su cuerpo y su vida. El caso de las tres causales en el código penal es expresión clara de este retraso.
Son rendiciones de cuenta que hablan del crecimiento de la riqueza, pero sin presentar resultados de progreso material, cultural y de los derechos para el pueblo.
Porque todas esas rendiciones responden al mismo modelo económico y la política que le corresponde.
Es la misma esencia que ha nutrido las políticas públicas de los gobiernos de turno. El país en el mismo esquema político y económico.
Aunque haya diferencias en las maneras de gestionar el modelo. Por ejemplo, en la labor del ministerio público, en las licitaciones de compras públicas.
Se expresan también déficit muy graves en la gestión de programas como los referidos a enfermedades catastróficas, en los que efectivamente el gobierno ha asignado cuantiosos recursos, pero hay constancia de que hay personas afectadas de cáncer que deben esperar hasta ocho meses para ser atendidos con los beneficios de los mismos.
Así sea que hay eficiencia por ejemplo en la gestión del INFOTEP, el ITLA, en el Instituto técnico de San Luis. Eficiencia referida a las cualidades particulares de sus gestores, y no a la cultura de gestión pública establecida en el país, que no apunta a la calidad, la eficiencia y eficacia teniendo el servicio público para beneficio del pueblo como paradigma.
Hay que reconocer que con el gobierno del presidente Luis Abinader hay un elemento a distinguir, cual es, que ha puesto como garantía de su gestión la honestidad característica de su familia.
Distinto a los gobiernos que sucedió, del presidente Luis Abinader no cabe esperar que defina políticas públicas para obtener beneficios particulares.
Aunque haya áreas y funcionarios con actos de corrupción comprobados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario