Por Francis Santana
Todos los discursos de Rendición de Cuentas de los distintos presidentes de nuestro país tienen por lo general la misma estructura, similares argumentos, justificaciones y muy definidos objetivos políticos.
Presentan con verdades y medias verdades, un rosario interminable de obras materiales como sus principales éxitos, anuncian un paquete aún mayor de cuanto se proponen ejecutar, y aquello que pueda relacionarse con problemas y limitaciones durante su gestión se lo atribuyen a pasadas administraciones, a problemas internacionales o a los efectos de determinado fenómeno natural.
En este caso, la pandemia COVID-19, la tormenta Fiona, la crisis mundial y la Guerra ruso-ucraniana, son los pretextos el momento para tratar de justificar cualquier incompetencia del presente gobierno.
Y exactamente así, fue el contenido y la forma del discurso dirigido en el día de ayer a toda la nación por el presidente Luis Abinader.
“La República Dominicana ya no es la misma que encontramos en el año 2020”, afirmó el presidente al inicio de su discurso con pretensiones de estar anunciando algo extraordinario; pero que no es más que una manifestación de la desconocimiento de quienes le escribieron el discurso o del propio presidente, en el sentido de ignorar que todos los fenómenos sociales o de la naturaleza están en constante cambio en todos los tiempos.
Pero veamos otras cuestiones de esa tediosa pieza oratoria que puedan tener mayor significación.
Refirió el presidente, que su gobierno destinó 87 mil millones de pesos para subsidiar los precios de los combustibles y 4 mil millones para el subsidio de la harina, el pollo y los fertilizantes; pero no se refirió al subsidio a poderosas compañías extranjeras por más de 250 mil millones. ¿Esto no lo sabía o se le olvidó?
Al abordar la situación de las Zonas Francas Industriales, aseguró que al cierre del año 2022 estas empresas tenían 192 mil empleados directos, que el 50% son mujeres y que su aportación alcanzó los 7 mil 768 millones de dólares. ¿Y por qué no dijo también que en esas mismas Zonas Francas se viola cotidianamente el derecho constitucional que consagra la libertad de asociación, impidiendo abusivamente el ejercicio de la libertad sindical? ¿Esto no lo conoce el presidente o es cómplice de esa violación a la ley en este supuesto Estado Social, Democrático y de Derecho?
Aseguró el presidente en su discurso, que el Banco Agrícola hizo préstamos en el sector agropecuario por un monto de 50 mil millones de pesos a unos 30 mil beneficiarios; pero ocultó que a decenas de miles de pequeños y medianos productores de este sector se les han negado préstamos en el Banco Agrícola por no poseer títulos de propiedad y que además los principales préstamos se les otorgan a los agricultores y ganaderos que son grandes ricos y muchas veces por ser afectos al presente gobierno o por estar dispuestos a vendérsele al oficialismo.
Abinader presentó la diversificación agrícola como una salida apropiada a las graves dificultades que vienen atravesando los agricultores de San Juan; pero no se atrevió a decir que su gobierno está comprometido con una empresa minera extranjera para permitirle la explotación de la mina de Los Romero, cuya explotación afectaría sensiblemente al río San Juan, que es el principal afluente del río Yaque del Sur, y sería una verdadera desgracia para la producción agrícola en San Juan, Azua y en toda la región Enriquillo.
Y aunque la Constitución ordena que la Rendición de Cuentas del presidente de la República ante las Asamblea Nacional los días 27 de febrero de cada año, debe referirse al desempeño del gobierno al frente del Estado en su más reciente año de gestión; encontramos a Luis Abinader pronunciando un discurso incluyendo prácticamente todo lo que ha hecho su gobierno durante más de dos años y anunciando lo que pretende hacer en lo adelante, presentando un bulto para impresionar a los incautos y con claras y pretensiones continuistas.
En la próxima entrega continuaremos estas reflexiones sobre el discurso que pronunció el presidente Abinader el 27de febrero. Un discurso con algunas verdades, muchas medias verdades y de un contenido manipulado; es decir, un discurso muy apartado de la realidad.
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